They don't know about us

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Y aqui estábamos otra vez, ocultas dentro del armário del conserje, ocultandonos de todo y de todos sólo para no ser la comidilla del exterior.

Los besos que Jade dejaba en mis labios eran cálidos, suaves, dulces, llenos de ternura. Pareciera extraño definir su afecto con esos adjetivos pero eran los que mejor calzaban con lo que ella era estando a solas conmigo.

—Jade— susurré en sus labios al escuchar la campana— es hora de ir a la siguiente clase— completé.

—Lo sé— ella murmuró mientras volvía a besarme.

Sus manos estaban envolviendo fuertemente mi cintura, siempre era así como me abrazaba, a veces me hacía creer que tenía miedo de que el mundo nos descubriera y entonces nos apartara.

También era mi miedo.

Jade dejó unos cuantos besos más sobre mis labios, cortos pero que igual me hacían clamar por más.

—Vámonos— murmuró tomando de mi mano. Yo sonreí.

Ella abrió la puerta, asomando primero la cabeza para corroborar que no hubiera moros en la costa. Al cerciorarse de que el pasillo estuviera solo nos sacó de aquel pequeño cuarto de limpieza y caminamos con nuestras manos entrelazadas. Así era siempre: esperábamos a que todos fueran a sus clases para poder transitar tomadas de las manos sin que alguien nos echara miradas inquisitorias o hubiera murmullos sobre qué era lo que estaba pasando.

Nuestros amigos lo sabían, sobre la relación secreta que Jade y yo llevábamos desde hace 7 meses. Al inicio no lo creyeron, lo tomaron como una broma, pero al ver que hablábamos en serio hicieron lo posible por aceptar lo que estaba sucediendo.

—Te veo en el almuerzo— ella dijo dejando un beso en mi mejilla.

—Claro— asentí mientras ponía mi mano en la manija de la puerta.

Estábamos frente al aula de mi siguiente clase.

Me acerqué y le di un beso rápido en los labios, separandonos rápidamente mientras volteabamos a ambos lados si, para estar seguras que nadie nos había visto.

Era como si viviéramos en el constante riesgo de cruzar una autopista alertas porque en cualquier momento un auto nos podía arrollar.

—Ni siquiera dijiste adiós— grité en lo bajo cuando la vi a mitad del pasillo.

—No seas ridícula, Vega, se me hace tarde— dijo sin siquiera voltear a verme.

Sonreí con mis labios pegados, para entrar al salón.

¢¢¢¢¢¢¢

—¿Aun no llegan los chicos?— le pregunté a Jade sentandome a su lado en el café asfalto.

—Aún no— ella respondió comiendo una papa frita.

—Oh— respondí robando una papa de su plato.

—Vega— me reprendió.

—Solo quería una papa— defendí robando otra.

Ella dejó salir el aire por su nariz.

—Los chicos de aquella mesa nos están viendo— comenté.

Desde hace un par de meses los estudiantes de Hollywood Arts nos veían demasiado cuando estábamos a solas, quizas sospechando lo que era un hecho. Aún así nadie se atrevía a decir nada. Por supuesto que no lo harían, ¿Quién se atrevería a cuestionar a Jade West?

One Shots JoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora