¿Qué Eres?

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—Es increíble, Cat— Jade gruñó mientras manejaba sobre la oscura carretera.

—Lo siento— la chica deslizó su mano por el cinturón de seguridad como gesto de nerviosismo.

—¿Cómo diablos llegaste hasta acá?— Jade apretó su agarre en el volante, tensando cada uno de sus músculos.

—Ya te dije— Cat alegó.

—No te creo que Sikowitz te envió.

—Pero asi fue— Cat la observó con sus cejas ligeramente hacia arriba.

—Dime la verdad.

—Esa es la verdad— Cat hizo un puchero.

—No te creo.

—¿Porqué?— la más pequeña la observó inquisitiva.

—Es ridículo, ¿porqué Sikowitz te mandaría a una casa abandonada a las afueras de la ciudad?

—Ya te dije— Cat volvió a decir.

—Cat, es estúpido, ¿cómo ibas a encontrar cocos y sandwiches de atun en ese lugar?

—Eso me dijo él— su tono está vez fue un tanto más bajo.

—Estas mintiendo.

—Que no— Cat gritó y justo en ese instante el auto dejó de andar.

—¿Ahora que?— Jade gruñó— maldita sea— golpeó con los puños el volante del auto.

—El auto se paró— la pequeña dijo con ingenuidad.

—Ya lo sé, Cat— Jade gritó.

—¿Y ahora?— la pelirroja mordió la manga de su blusa color rosa pastel.

—Trataré de hacer que arranque de nuevo.

—Sipí.

—Cat.

—Dime

—Cállate.

—Sipí.

Jade volvió a encender el auto haciendo que el motor rugiera por unos cuantos segundos para después volverse a apagar, eso en repetidas ocasiones, mientras tanto Cat solo observaba por la ventana el solitario camino que aún les esperaba.

Cat había ido en un taxi hasta una casa vieja y descuidada a las afueras de la ciudad, donde según ella Sikowitz le había pedido recoger algo de comida para él, como el lugar era demasiado alejado de todo, la pelirroja optó por marcarle a su mejor amiga y pedirle que fuera por ella, Jade a regañadientes había aceptado pero ahora después de más de quince minutos de viaje habían quedado varadas cerca de la nada.

—No, no, no— Jade se quejó mientras que Cat se dedicaba a verla con los ojos bien abiertos— no puede ser que nos vayamos a quedar aquí— volvió a golpear el volante esta vez Cat se estremeció.

—¿Dormiremos aquí?— Cat desafiando la furia de su compañera, preguntó.

—El auto no arranca— Jade pasó sus dedos por su oscuro cabello.

—Eso no es bonito.

—Eso es tu culpa— Jade recalcó, era costumbre de la gótica acusar a los demás de todo incluso de lo que era culpa suya, como lo del auto, ya que su padre le había dicho que necesitaba un chequeo y la joven no le había echo caso solo por molestar.

—No es cierto— Cat se defendió.

—Cállate

—Pero...

One Shots JoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora