Juliana.
No sabía cuanto tiempo había estado enroscada en el mismo lugar, llorando porque me había quedado completamente sola en el mundo, solo sabía que mi viejo celular hacía ruido estruendosamente, avisándome que ya no se me permitía estar triste. Esas alarmas sonaban cada vez que un nuevo turno estaba próximo a empezar, y yo apenas podía mover por los constantes dolores de mi cuerpo.
No comprendía comprender las razones por las razones por las que me ardía tanto, quizás era porque tenía rota el alma, o porque la soledad hacía fuertes mellas en contra de mi salud. No lo sabía, solo podía comprender que debía ir a trabajar, más ahora que estaba completamente sola y perdida en el mundo.
—Maldita sea. — Susurré limpiando mi cara con violencia. — Deja de llorar, imbécil.
El celular comenzó a vibrar otra vez y no comprendía el porqué, yo había apagado la alarma y no debía volver a sonar. Los ojos hinchados apenas me permitieron ver el nombre que iluminaba la desvencijada pantalla.
Llamada entrante.
Mamá.
Una extraña esperanza creció en el centro de mi corazón. Quizás esto solo había sido un error y ella me llamaba para decirme que le preparara algo rico para comer, o pedirme que no fuese a trabajar para que pudiéramos estar juntas unas horas y arreglar la relación que se había desgastado con es paso de los años.
—Mamá. — Suspiré con ese atisbo de esperanza. — Yo... yo...yo... ¿Cómo estás?
—Niña, no me digas mamá. — Cortó con frialdad. Y con esas palabras terminó por romper todos esos pedacitos que habían tomado fuerzas con su llamada. — Gregorio, mi chofer irá a buscar unas decoraciones que se me quedaron. — Sus cosas eran más importantes que yo, todo era más importante que yo. — Irá dentro de una hora a buscarlos y necesito que se lo pases.
—Tengo que trabajar. — Susurré con las lágrimas empujando en el centro de mi garganta.
—Querida, no te afectará un día sin trabajar. — Lanzó en tono jocoso. — Solo necesito que esperes una hora por Gregorio para que él reciba mis cosas y luego vas a trabajar. — Un resoplido frustrado escapó de sus labios. — No te afecta en nada.
—Necesito el dinero. — Escupí con desprecio. — Te recuerdo que me abandonaste y que ahora necesito el dinero para pagar las cuentas y tener comida.
—Eres exagerada. — Les restó importancia a mis palabras. — Sé que ese jefe tuyo te da algunas cosas para la despensa y que comes en el colegio. — La rabia aumentaba vertiginosamente con cada palabra que escapaba de sus labios. — No necesitas tanto dinero, y ese viejo que tienes como jefe no te descontara una hora que te atrases.
Mis huesos crujieron horrorosamente, siendo artífices de la rabia que recorría mi cuerpo. Por primera vez no quería ser gentil, por primera vez quería hacerle daño a alguien, aunque fuesen un par de palabras vanas que no lograba sentir.
—Ya te fuiste. — Farfullé. — Ya me dejaste sola y no tuviste consideración si iba a pasar hambre, frío, o si me había muerto en algún callejón porque los desgraciados de mi colegio se sobrepasaron con la golpiza. — El primer sollozo me quemó las cuerdas vocales de manera cruel. — No te importó si tenía frío o tenía miedo, solo te importa tu maldito bien estar y tener tus botellas para poder borrarte del maldito mundo. — Tomé aire, y volví a arremeter contra ella, completamente desprovista de culpa por herir sus sentimientos. — Si nunca me quisiste ¿¡Por qué demonios me tuviste en primer lugar!? ¡Yo no te pedí nacer, Claudia Bejarano! — Sollocé. — Y aún por venir sin culpas, me torturaste cada maldito día de mi vida.
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El amor no duele. - (Ventino) [Jumila]
FanfictionJuliana Pérez nunca ha conocido el amor como tal, ella solo sabía lo que era encogerse asustada con el fin de defenderse a sí misma. Quizás era por que sus padres la consideraban un estorbo y preferían golpearla cuando tenían un mal día en el trabaj...