[Ataques de ansiedad.]
Juliana.
¿Cuánto había pasado?
No estaba segura en absoluto, así que optaba por pasar los días como un fantasma hasta que el corazón me dejase de doler o el mundo se olvidase que yo había existido en algún momento. Pasaba escondida como una rata en los rincones, comía escondida en algún salón al otro lado de los comedores y desaparecía apenas la jornada terminaba. Era cobarde, pero no tenía fuerzas para soportar otro golpe o una dolorosa escena descabellada de besos violentos entre Camila y su novio.
A veces la miraba de lejos, intentando averiguar si en algún momento ella me extrañaría y me buscaría con la mirada, pero solo veía como le acariciaba el cabello a Daniel mientras se abrazaba. Eran felices, eran algo más que una tapadera.
—¿Hasta cuando me piensas ignorar? — Murmuró fúrica Natalia. — Te estoy hablando desde hace mucho, pero parece que no me... — No podía mirarla, no cuando mis ojos eran el precedente firme del dolor. — Juliana, por favor. Deja de ignorarme.
—No te estoy ignorando. — Susurré. — Es que estoy cansada.
El silencio invadió ese lugar en donde nadie fijaba sus ojos. Estábamos en un rincón del patio del colegio, donde nadie miraba porque era un lugar que no tenía nada interesante había para entretenerse. El menos ahí nadie parecía importarse por quien estaba.
—¿Me contarás lo que te pasa?
—No me pasa nada.
—¿Estás así por Camila? — Se atrevió a preguntar. — ¿Te hizo algo?
Negué. Natalia no debía odiar a Camila por cosas que eran ajenas a ellas. No era justo que esa amistad se dañara más de lo que ya se había dañado.
—No. — Murmuré. — Solo estoy cansada por el trabajo.
Ella no insistió, así que suponía que se quedaba contenta con mi explicación.
Era extraña la forma en que me sentía desde que había terminado todo con Camila. Antes me sentía en una especie de piloto automático que me permitía continuar cada día como el anterior; pero sobrevivía, porque no tenía esperanzas algunas de que algo cambiara. Seguía en la misma casa con una mamá que me odiaba, estaba en el mismo colegio en donde no tenía a nadie y recibir golpes, era pan de cada día, seguía estando sola sin importar que no hubiese hecho nada para merecer tal repudio. Pero no importaba, porque no había nada mejor con que compararlo.
Ahora volvía a lo mismo de antes. Había golpes, repudio y una casa completamente sola que me esperaba luego de largas jornadas de trabajo en las que me partía el lomo en ese intento por mantener una pocilga en la que mi propia madre me dejó. El problema es que ahora si sentía la soledad, la desesperanza; me sentía tan utilizada que el corazón se me remecía cada vez que recordaba todo lo que ella me había dicho y todo lo que me empeñé en creer luego de la primera vez que me besó.
Me sentía vacía, más de lo que alguna vez me había sentido. Me sentía rota y no sabía como juntar todos los pedazos dispersos que habían quedado luego de que había decidido dejarla partir. Pero no podía seguir rompiendo mi corazón, esperando que esas palabras vacías llenaran las grietas que se abrían cada día más.
—Juliana, no deberías trabajar tanto. — Susurró conmocionada. — Te estás destruyendo.
—Necesito trabajar.
—Ya te dije.— Respondió de inmediato. —Yo puedo...
Negué con rapidez. — No quiero limosnas. — Solté ácidamente. — Me puedo rascar con mis propias uñas y no quiero que nadie me ofrezca ayuda por lástima. — Luego de que las palabras salieron me di cuenta del daño que logré hacerle a la única amiga que estaba a mi lado. — No quiero depender de nadie. Y de verdad te agradezco todo lo que haces por mí, pero no quiero abusar.
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El amor no duele. - (Ventino) [Jumila]
FanficJuliana Pérez nunca ha conocido el amor como tal, ella solo sabía lo que era encogerse asustada con el fin de defenderse a sí misma. Quizás era por que sus padres la consideraban un estorbo y preferían golpearla cuando tenían un mal día en el trabaj...