Juliana.
Eso es lo que pasaba cuando decidía confiar en alguien, simplemente se tomaba de la primera instancia para poder romper por completo lo que me quedaba de corazón. Sentía que los pulmones me ardían a cada paso que daba y no me importaba, porque esa odiosa sensación de estar sintiendo que mi corazón se rompía a cada paso estaba siendo el doble de abrumante que cualquier otro sentimiento.
Las lágrimas parecían ser de ácido puro, rasgando mis pómulos hasta el punto de no poder soportarlas correr por mi rostro, era demasiado para mí. Caminé hacia la parte más alejada del pueblo, ese oscuro lugar que había sido mi hogar durante tantos años y del que creí haber salido al encontrar esa persona buena que parecía dispuesta a ayudarme.
Me refugié en ese lugar, como si de verdad fuese una rata a punto de ser atrapada en una de las trampas de sus cazadores. Terminé por deslizarme como un gusano por los pasillos de la pequeña casa que había sido mi jaula y me derrumbé en una esquina, permitiendo que los sollozos salieran libremente para liberar la presión de mi corazón.
—Juliana. — Escuché su voz temblorosa, y pese a que quería volver a enredarme en sus brazos, solo negué. — Princesa, por favor, mírame.
—Vete. — Supliqué.
—Solo quiero ayudarte.
—Eres la única persona en la que confiaba, eras la única persona que me podía hacer más daño del que me habían hecho. — Sollocé con fuerza. — Confié en ti y de muchas maneras me rompiste, pero me lo merezco por ser una ingenua que cree que alguien realmente la puede querer.
—Yo si te quiero, Juliana.
Negué con fuerza. — No me digas que me quieres, cuando he sido yo la que te he querido desde siempre. — Con rabia sequé mis lágrimas, esperando que esta maldita tristeza dejara de demostrarme tan rota frente a cualquier persona que me viera. — Te he querido desde siempre, te he mirado desde la otra esquina y siempre me encontré con que tus ojos huyendo y con tu mirada abajo para evitar la mía. Se notaba que te daba vergüenza. — Susurré con resentimiento, replanteándome por primera vez el hecho de merecer realmente cada una de las atrocidades que había pasado.
—Siempre debí suponer que esto no era más que una broma mal ideada o una realmente cruel, siempre debí saber que esto era un juego. — No debía mirarla, porque si llegaba a hacerlo terminaría por volver a entregarme, indiscutidamente a esa persona tan cruel. — Debí suponer que eras igual que todas las personas prejuiciosas que disfrutaban el culparme por cosas que nunca quise elegir. Pero tú, eres la más cruel de todas, porque te lo pedí, te supliqué que no rompieras mi corazón y terminaste por lanzarlo directo a un precipicio. — intenté que mi mentón dejara de temblar, pero únicamente conseguí que los sollozos fueran más profundos. — No me golpeaste, Camila, pero fuiste la más cruel de todas, porque a ti y únicamente a ti, te supliqué porque no me rompieras; fuiste a la única persona que supliqué porque has sido la única a la que he querido y, aun así, decidiste romperme.
Ella jadeó con fuerza, como si realmente le doliera cada una de mis palabras, como si no hubiese propiciado esa cruel mofa en mi contra.
—Yo no fui, Juliana, te juro que yo no fui.
—Esa foto fue tomada en tu casa. — Reclamé. — No me pidas que te crea si no tienes nada para defender tu inocencia.
—Juliana, por favor...
—Eres la primera en romperme el corazón, Camila. — Susurré con rabia desmedida, dando rienda suelta a mi enojo por primera vez. — Pero no eres la primera persona que promete quererme para después jugar conmigo. — La vi negar, completamente sorprendida. — Ahora, si te queda algo de respeto por mí, te pido que te vayas, que me dejes en paz y que no vuelvas a cruzar tu mirada conmigo.
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El amor no duele. - (Ventino) [Jumila]
Fiksi PenggemarJuliana Pérez nunca ha conocido el amor como tal, ella solo sabía lo que era encogerse asustada con el fin de defenderse a sí misma. Quizás era por que sus padres la consideraban un estorbo y preferían golpearla cuando tenían un mal día en el trabaj...