[La sonrisa más bella.]
Juliana.
Solo sentía como el dedo de Natalia seguía pinchando directamente en mis costillas, buscando directamente que sacara la cabeza de entre mis brazos. Estaba ahí desde hace dos días, cuando las chicas que se mudaron al frente de la casa de los Afanador y dejaron tras de ella esa estela de coqueteo que apenas logramos identificar; al menos yo.
—¿Por qué no quieres admitir que ella gustó de ti? — Volvió a picar mis costillas, provocando ese natural estremecimiento de las cosquillas. — Si no hubiese tenido público, de seguro se tira sobre ti y te saborea hasta el alma.
—¡Cállate! — Rezongué mientras me hundía con más apremio entre las mullidas frazadas de esa cama. — ¡Deja de hacerme cosquillas!
—Si te quieres reír, es porque te provoca algo. — Siguió con su afanosa tarea de molestarme. — Dime lo que te provoca y te dejo en paz . — Negué con fuerza. — Al menos dime que si se te acerca, no saldrás corriendo como una pequeña asustada.
—Ella no se quiere acercar a mí.
—No es lo que yo vi. — Refutó con clara parsimonia. — Ella te tiene ganas. — Cuando intenté negar, ella solo tomó con cuidado mis mejillas. — Deja de ser tan incrédula, Juliana. No todas las personas son tan miserables como los que hemos estado encerrados toda la vida en este asqueroso pueblo. — Quise decirle que ella no era así, que había demostrado no ser así. — A ella le gustas, sin importar quien seas o lo que tengas. Por como te mira, le gustas y está en pie a conquistarte si se lo permites.
Lucy era bonita, mucho, no había caso alguno en negarlo; pero esa chica no era Camila de ninguna forma posible. Se parecían en cierto sentido, incluso se podría decir que su cabello rojo era casi del mismo color que el de la misma Camila, pero no era ella y precisamente por eso, permití que Natalia alimentara esa fe de que alguien tan linda pudiese gustar de mí.
—Yo no le puedo gustar. — Murmuré con cierta reticencia a creer en sus palabras. — No... no soy nadie.
—Eres preciosa y con eso debe bastar para gustarle a cualquier persona que tenga un par de ojos. — Entonces, la nostalgia terminó por romper sus ojos. — Solo basta que esa persona tenga la suficiente valentía como para amar.
—¿Makis ya no te habla? — Me atreví a preguntar. — ¿Ella se enojó contigo?
Natalia volvió a sonreír con ese rostro apagado. — Makis es lo mismo que Camila en este momento, una simple cobarde que quiere todo, pero no quiere soltar nada. — Suspiró pesadamente, hasta que simplemente volvió a sonreír de la manera en que solía hacerlo cuando estábamos cerca. — Vamos a cenar, papá y mamá nos están esperando.
Por primera vez desde que había llegado terminé por ceder a la curiosidad innata de sostener las preguntas que se arremolinaban en mi cabeza y exigían cruelmente una respuesta. Creo que era por la mera necesidad de desencantarme de ese ambiente tan armonioso que me había terminado por rodear.
—Natalia.
—¿Si? — Susurró mirándome de reojo. — ¿Necesitas algo, Juli?
Farfullé cosas inteligibles, antes de realmente soltar algo coherente. — ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué me están ayudando?
—Porque eres como yo. — Susurró. — Mis papás solo ven esto como una manera de agradecerte. Fuiste quien me ayudó a ser quien realmente era.
—Solo te di golpizas. — Murmuré. — Por estar a mi lado y por defenderme, ahora eres quien está en la mira de todos los brabucones. — Miré sus ojos, intentando que el dolor no fuera más allá de mis ojos. — Lo siento.
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El amor no duele. - (Ventino) [Jumila]
FanfictionJuliana Pérez nunca ha conocido el amor como tal, ella solo sabía lo que era encogerse asustada con el fin de defenderse a sí misma. Quizás era por que sus padres la consideraban un estorbo y preferían golpearla cuando tenían un mal día en el trabaj...