[Quédate conmigo.]
Camila.
Juliana venia en silencio, casi como si estuviera completamente ausente mientras conducía a algún hotel en el que nadie nos pudiera reconocer. Sé que debería procurar que fuese un ambiente idóneo para la ocasión, pero, lamentablemente, la situación no lo permitía, porque tenía que buscar cualquier lugar que no fuese vistoso para nadie del pueblo.
—Hey. — Susurré tomando su mano, cuando dimos vuelta en una intersección que nos llevaría a un hotel que estaba a la salida de la ciudad. — ¿Estás bien? — Con cuidado tomé su mano. — ¿Estás segura de que lo quieres?
—Estoy bien. — Sus ojos se conectaron con los míos por unos breves segundos. — Te quiero, Camila. — Por un segundo pensé que sus palabras no eran ciertas en absoluto, por esos ojos empañados de dolor. — De verdad, te quiero demasiado.
La dulzura y la inocencia casi idílica atravesó sus ojos, logrando congelarme el corazón de la forma más abrumadora posible. En algún momento creí estar siendo una completa cretina, una egoísta cualquiera por tomar todo lo que ella pudiera ofrecerme, incluso si yo no era capaz de darle nada que se asemejara a todo lo que me estaba regalando. Ese sentimiento se desvaneció cuando mi misma conciencia dio palmaditas de felicitación a mi espalda, mientras repetía las palabras "Lo estás haciendo por su bien".
—Yo también, preciosa, yo también.
Pensé en todas las carencias afectivas que pudo tener durante su vida, pensé en lo dañada que había sido para solo aceptar a alguien que podía regalarle migajas y que encima, se refugiaba en un pensamiento protector para no enfrentarse al ojo crítico de una sociedad retrógrada que se había experimentado dentro del mismo pueblo. Tenía miedo, mucho luego de ver como los mismos ojos que repudiaban a Juliana, terminaron por repudiar a Natalia, solo por atreverse a decir que amaba a alguien "poco indicado".
—¿Y tú? — Preguntó con suavidad. — ¿Estás segura de querer estar conmigo?
No pude evitar sonreír ante la preocupación, como si el hecho de compartir el lecho con alguien fuese algo nuevo para mí. No era una promiscua, pero era cierto es que en esos intentos por apagar ese sentimiento que me provocaba la chica rechazada de la otra punta del salón, había terminado compartiendo la cama con alguno de mis compañeros.
—Estoy segura. — Susurré con culpabilidad. — Quiero estar contigo, Juliana.
Me sentí completamente deprimida cuando estacioné el carro frente a ese lugar tan detestablemente ajado, como si fuese un sector abandonado de la mano de dios y del mismo tiempo. Juliana merecía algo mejor, pero yo no podía dárselo y no me sentía fuerte como para dejarla ir.
—¿Quieres bajar? — Pregunté con el último atisbo de conciencia que me podía quedar en mi cabeza. — Es decir, ¿quieres entrar?
Asintió cuidadosamente. — Pensé que comprendías, que ya sabías que yo iría a cualquier parte si es contigo.
Quise abrazarla y protegerla de todo lo malo que le pasaba, quise volver a decirle que todo iba a estar bien porque yo estaría para tomar su mano, para refugiarla en mi pecho para que nadie más, nunca, pudiera hacerle daño. Pero no lo hice, solo tomé su mano para guiarla al interior, pedir una habitación y volver a sumergirnos en un mundo paralelo en el que solo estábamos nosotras dos.
—La cama es cómoda. — Susurró con una sonrisa. Era mentira, se veía que era un colchón de segunda mano, quizás más duro que una tabla y ella de verdad la consideraba cómoda. — Quizás no es a lo que tu estás acostumbrada, pero es el lugar que tu misma elegiste.
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El amor no duele. - (Ventino) [Jumila]
FanfictionJuliana Pérez nunca ha conocido el amor como tal, ella solo sabía lo que era encogerse asustada con el fin de defenderse a sí misma. Quizás era por que sus padres la consideraban un estorbo y preferían golpearla cuando tenían un mal día en el trabaj...