XXI

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Las riquezas de Javier Dominth parecían cubrir con creces la ausencia de un título nobiliario. Las damas lo perseguían como locas y él parecía más que satisfecho de recibir tales atenciones. Mi fingida indiferencia hacia él había pasado a ser un rechazo y desagrado abierto. Me sentía dolida cuando él dirigía sus ojos hacia otras damas, o cuando les dedicaba estupendos cumplidos ¿Cuál de todas aquellas señoritas sería su prometida?

-No soporto estar aquí por más tiempo....- le dije a Anna.- Cúbreme.

Sin esperar respuesta de su parte me mezcle entre la multitud y desaparecí de la vista de todos. Sabía que Anna me cubriría bien, siempre lo había hecho.

-Señorita Sant que gusto encontrarla aquí.- aquel fue el saludo que recibí al salir al jardín, y realmente era justo lo que necesitaba.

-Es usted justo el hombre al que necesitaba encontrar.- Y sin más me apoderé de los labios del Conde Lux. Él pareció algo sorprendido por mi actitud en un inicio, normalmente nuestros coqueteos y salidas de tono eran simplemente eso, pero pronto respondió con tal energía que me hizo olvidar el motivo por el que había actuado así.

El sonido de unas ramas al ser pisadas nos devolvió a la realidad.

-Creo que debería irse Lux, no querría comprometerlo.- le dije depositando un último beso en sus labios.

-Es curioso que sea usted la que diga eso.- dijo con una pícara sonrisa en su rostro- Ha sido todo un placer mylady.- tras besar mi mano desapareció entre los árboles.

-¡Jamás esperé un comportamiento así de ti!- No había terminado de irse el conde cuando la figura de Javier apareció frente a mí.

-¡Oh vamos!- dije sin hacerle caso alguno.- ¡Puedes dejarme en paz y tener vida propia!

-Zuz tú no eres así.... Te comportas como una...

-¿¡Cómo una qué Javier?! – Le reté a decirlo sabiendo que no sería capaz de insultarme de esa manera.- ¿Una cualquiera... una fulana? Tú haces exactamente lo mismo que yo, por lo tanto no eres quien para corregirme.

-No es lo mismo....- dijo agarrándome del brazo para que no me fuera.

-¡Claro que sí! El hecho de que seas hombre no hace nuestros actos diferentes.

-Yo no he dicho eso, no saques de contexto mis palabras Zuz.

-¡No me llames así! No eres nadie, no eres nada en mi vida así que déjame en paz.

-¿Por qué haces esto?- su voz parecía dolida, pero eso no me ablandó en lo más mínimo.

-¡¿Por qué hago yo esto?! –Dije irónica.- ¡Tú me has llevado a esto!- grité sin pensar.-Déjame en paz...-dicho esto me solté de su agarre y corrí hacia la casa con el rostro lleno de lágrimas.

Tras pasar por el tocador y arreglarme, volví a la fiesta como si nada, no podía permitirme mostrar lo mucho que me afectaba lo que Javier pensara de mí.

.......

Los Dóminith regresaron. Aquel día la señora Dominth se encontraba indispuesta y Anna había recibido la invitación los Miller para tomar el té a solas con madre e hijo, por lo que yo vagaba sin rumbo por los jardines. La verdad estaba algo aburrida, y por ello no pude evitar acercarme al ventanal del despacho del señor Dominth cuando escuche los gritos de Javier.

-¡Padre no lo soporto más!- ¿Qué es lo que le pasaría a Javier para sonar tan desesperado?

-Hijo sabes que no puedes decirle nada, un juramento es un juramente, nada podemos hacer.

-No lo comprende, yo la amo, la ama con todo mi ser.- aquellas palabras fueron como flechas atravesando mi cuerpo.

-Javier, lo sé, créeme que lo sé, pero el compromiso ya está firmado. No eres libre. Sólo tienes que ser paciente –Y aquellas palabras terminaron de matarme ¿Acaso él había estado jugando con dos mujeres?

-Pienso lograr romper el compromiso, nada puede impedirme estar con ella. Creo que ya hemos esperado y sufrido suficiente.

-Hijo, conoces las consecuencias....

Lo siguiente que escuche fue una maldición y a Javier abandonando el despacho.

Aquello era lo último que me habría esperado. Javi no parecía tener ninguna inclinación hacia ninguna dama en especial, y no consideraba que fuera uno de esos hombres que incumplen sus promesas....

Intenté comprender la situación. Javier estaba prometido a una misteriosa dama, pero al mismo tiempo amaba a otra ¿Dónde quedaba yo en toda esa historia? No sólo me había hecho ilusiones y había jugado conmigo, sino que les hacía lo mismo a dos mujeres más. No pude seguir elucubrando, comencé a verlo todo borroso y como pude me retiré a mi habitación y en la oscuridad de ésta lloré, lloré más de lo que podría admitir en voz alta.

Al día siguiente me desperté con los ojos hinchados y pequeñas manchitas rojas por toda mi cara. Alegué no encontrarme bien, pero aun así partí hacia la casa de mi hermana. Mi estancia con los Dominth se había alargado demasiado, y yo no podía soportar continuar viviendo bajo el mismo techo que Javier. 

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora