VI

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Anna y yo paseábamos tranquilamente por las calles del centro de Londres cuando por "casualidad" nos encontramos con el señor Miller, Tom. La verdad es que de casualidad nada, habíamos quedado con él en ese lugar, pero a pesar de ir acompañadas por mi doncella, Miller estaba algo cansado de que la sociedad pensara que pretendía a una de sus amigas. La verdad, Tom había resultado ser la chispa que nos faltaba. El pobre no es que fuera muy agraciado, tenía una cara redonda con mofletes regordetes y repletos de pecas y no poseía un cuerpo esbelto, más bien era redondeado. No obstante, tenía un carácter encantador y bondadoso, aunque algo manipulable y cobarde. Jamás me había imaginado haciéndome su amiga, pero el destino decidió entrelazar nuestras vidas.



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Anna y yo paseábamos por el salón de baile divertidas cuando escuchamos la horrible conversación de un grupo de caballeros.

-Habéis visto a Lord Miller...- decía uno inflando sus mofletes para burlarse de él.

-Si sigue engullendo así quizás explote.- dijo otro provocando la risa de los demás.

-Seguro ninguna dama se le acerca... es asqueroso... solo con verlo se me revuelve el estómago.

Anna y yo nos mirado, aquellos hombre no podrían considerarse caballeros, porque tenían que martirizar a aquel señor.

-Querida – le dije a Anna en apenas un susurro.- Creo que deberíamos ir a socorrer a ese pobre caballero.

-Sí, yo opino igual.- Y así lo hicimos, nos acercamos a él y le saludamos cortésmente.

-Yo, yo... -tartamudeo- NO, no hemos sido presentados...

-¿Se va chivará usted de eso?- Le pregunté regalándole mi mejor sonrisa.

-NO.- dijo tragando y generando un fuerte sonido.

-No tiene por qué estar nervioso señor Miller, nosotras solo queríamos conocerlo, parece usted un hombre afable.

-Señoritas...- uno de los caballeros que antes había formado el grupo de burlas se acercó a nosotros.- ¿A caso les molesta este caballero?

-El único que molesta aquí es usted.- contesté sin siquiera mirarle.- ¿Qué les parece si damos un paseo por la sala?

-Sería maravilloso.- dijo Anna agarrándose de un brazo del joven Miller.

Cuando nos alejamos lo suficiente de aquel incrédulo caballero, ambas comenzamos a reír.

-Disculpe nuestro comportamiento señor Miller.- le dije sinceramente.- Pero no toleramos a los caballeros desagradables.

Aquel baile fue el primero de muchos en los que poco a poco el joven Miller se fue abriendo a nosotras y mostrándonos a un hombre ingenioso y divertido, con tantos deseos de pasarlo bien como nosotras.



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-Oh Señor miller.- saludó Anna.- Que agradable coincidencia.- Él nos saludó como correspondía.

-¿Desearía usted unirse a nuestro paseo?- Pregunté casi sin poder evitar reírme.

-Será todo un placer.- respondió ofreciéndonos sus brazos para que los tomáramos.

-¿Cómo se encuentra su madre?- Preguntó Anna.

-Pesada.- respondió haciéndonos reír.- Me siento un hijo terrible, pero agradezco que esta temporada no se encuentre bien y no pueda participar de la temporada social.

-Espero que nadie escuche eso que acaba de decir.- Dijo Anna mirando a nuestro alrededor.

-Eso quiere decir que la próxima temporada la cogerá con más fuerza.- Dije para fastidiarlo.

-Lo se...- Respondió algo apenado.

-¿Y qué tiene de malo?- Preguntó Anna.- Yo creo que Zuza y yo daríamos lo que fuera por que uno de nuestros padres pudiera estar con nosotras.- Eso comentario hizo que Miller se sintiera una persona horrible.

-Lo siento, he sido descortés...- comenzó a disculparse.

-No tienes que pedir perdón, entiendo que soportar a una madre que sólo piensa en buscarte esposa debe ser insufrible.- dije sonriendo.

-No quería hacerle sentir mal.- intervino Anna.- Sólo quiero que no desaproveche el tiempo que tienes con ella... luego extrañarás hasta sus habilidades de casamentera.

-No creo que pueda extrañar algo que no tiene...- dijo risueño.- La pobre cree que es discreta, pero salta a la vista cuando intenta unir a la gente. No obstante señorita Light tiene usted toda la razón. Intentaré en adelante aprovechar más el tiempo a solas con mi madre.

-Resalta lo de a solas porque cuando haya gente la reunirá ¿verdad?- preguntó Anna.

-Más bien cuando hayan damas...- respondió divertido Tom.

-En fin... -dije conduciendo la conversación a un terreno menos tenso.- ¿Entonces quienes son las damas que su madre pretende para usted? – Dije burlona.

-No se ría tanto señorita Sant porque usted está entre ellas.- Aquello nos hizo reír a los tres.

-Dudo mucho que cuando su madre me conozca continúe con esa idea en la cabeza.- Respondí segura de mis palabras.

-Si algún día os la presento ya veremos...- dijo haciéndose el interesante.

-Si algún día nos la presentas... su madre quedará rendida ante los encantos de Anna.- Respondí soltándome del brazo del señor Miller y acercándome al puesto de los helados.

-Eso no ha tenido gracia Zuza.- me respondió Anna cerca del oído para que el señor Miller no pudiera escucharla.

El resto del paseo transcurrió sin altibajos, aunque desde ese momento pareció, o así lo percibí yo, el señor Miller comenzaba a interesarse un poco más por Anna. La verdad me parecía muy dulce, pero decidí en aquel momento que no intervendría en nada, ni siquiera les propiciaría momentos para estar a solas, o por lo menos no hasta estar segura de que ambos tenían las mismas intenciones. 

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora