XXIX

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-¿Puedo pasar?- Javier se encontraba ante la puerta de la habitación de juegos, parecía que había estado un rato contemplando la escena desde fuera sin atreverse a entrar.

-Sí- Exclamó Alexandra.- Necesitamos un dragón.- Javier no entró, me miró pidiéndome el permiso a mí y yo asentí.

-¿Entonces quién soy yo?- Preguntó animado.

-Tú tú el malvado dra-dragón.- Dijo John.

-¿Tío John y si dejas que Javier sea el príncipe?- Pregunto Alexandra a John.

-¡Ti!- Exclamo Susan

-No-no yo soy el pri-principe.- Dijo con el ceño fruncido John.

-¿Quién es la princesa a la que me tengo que comer?- Preguntó Javier divertido.

-¡A mí a mí!- Exclamaron mis dos sobrinas al mismo tiempo.

Yo no pude evitar sonreír ante aquella escena, Javier habría sido un gran padre. Pensé con tristeza. Seguimos jugando un rato hasta que mi sobrino hizo acto de presencia.

-¿Todavía seguís jugando a eso?- Pregunto Logan. Era la segunda vez que pasaba por la habitación de juegos con la esperanza de que cambiáramos de actividad.

-¿Qué os parece si jugamos al escondite?- dijo Javier.- A vuestra tía le encanta el juego.- Añadió sonriéndome.

Todos estuvieron conformes, y como John era el que mejor conocía el castillo se ofreció a pagar él. Eso era lo mejor, puesto que cuando se escondía nadie lograba pillarlo.

Todos salieron de la habitación y John comenzó a contar. Yo, tras haber recogido un poco los juguetes que habían quedado por el suelo, les seguí.

Escuche que John gritaba algo, por lo que supuse que ya  había terminado de contar y anunciaba que comenzaría la búsqueda, yo me encontraba demasiado cerca, así que opté por meterme en el armario que había en el pasillo.

-Es un placer compartir escondite contigo.- La voz de Javier me hizo pegar un grito.- Pero mujer no grites que vamos a perder.- Añadió tapandome la boca.

-Menudo susto me has dado. Creo que iré a buscar otro escondite, aquí no cabemos los dos.- Dije retirando sus manos de mi boca.

-Yo creo que sí que cabemos, si nos sentamos juntos.- Yo no veía nada, pero Javier me tomó de la mano y me hizo sentarme de espaldas a él entre sus piernas.- Lo ves... y aun sobra espacio.

No pude evitar que a mi mente volvieran los recuerdos de aquella noche que habíamos compartido, del tacto de su piel, de su olor... Moví la cabeza deprisa intentando retirar aquellos pensamientos. Aquello no había estado bien, bueno sí, pero no debió pasar de ese modo.

-Siento que te hayas quedado encerrado aquí.- Quizás hablar me ayudaría a distraer la mente.

-Yo no lo siento, el armario es un buen escondite.- Javier parecía divertido.

-No me refiero al armario, sino al castillo... sabes que aquí los caminos se bloquean por muchos meses ¿verdad?

-Lo sé, por eso me di tanta prisa en venir cuando descubrí donde estabas.- Yo apoyé mi cabeza sobre su pecho.

-¿Quién te lo dijo?- Pregunté curiosa.

-En realidad no lo hicieron, tienes unas hermanas muy leales, pero yo sabía que estarías con una de ellas. Mi primer opción fue Camille, pero cuando te fuiste de allí visité a Aroha inventando una estúpida escusa y por último vine aquí.

Ninguno añadió nada más y el tiempo fue pasando. Estaba más que cómoda, me sentía tranquila, me sentía en paz... Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos.

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora