XXIV

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La boda de Anna llegó y mi promesa de no pisar la casa de los Dominth se rompió. No había vuelto a ver a Javier desde aquella maldita mañana y la verdad no había logrado recomponerme. Tras haber escuchado sus ruines palabras, yo volví a la casa de mis padres, hice las maletas y corría a refugiarme en la mansión Cigar. Nadie me dijo nada, pero todos sabían que algo me pasaba, además Javier había tenido el descaro de presentarse dos veces en la misma. La primera de ellas alegué estar indispuesta y la segunda lo ignoré por completo. Por eso, en estos momentos, a pesar de ir ataviada con un hermoso traje y un recogido espectacular, me sentía horrible.

Saludé a los recién casados, ambos estaban exageradamente felices, y yo no podía más que alegrarme de que mis dos amigos hubieran encontrado la felicidad el uno en el otro.

-Zuzanny- Me dijo Miller mientras bailábamos.- Sé que debo darte las gracias, si no fuera por ti nunca habría conocido a Anna.

-Ni se te ocurre darme las gracias por ello...- dije fingiendo estar enfadada.- Estoy muy feliz por vosotros, no sabes cuánto.

El baile termino y ambos nos reunimos con Anna, la cual no podía ocultar su emoción.

-¡Me he casado! – me dijo cuando estuvimos a su lado.

-¡LO SÉ! Y eres la novia más bonita que he visto en mi vida. Tus padres estarían muy contentos por ti.- Ella me abrazo, yo sabía que Anna echaba mucho de menos a sus padres y que mis palabras eran justo lo que necesitaba en ese momento.

-Podría robarte a mi mujer.- dijo Miller divertido.

-Ahora es toda tuya.- respondí depositando un beso en la mejilla de Anna.

Vi como la feliz pareja se perdía entre la multitud.

-Lux...- dije acercándome al conde.- Lo veo muy feliz esta noche.

-Zuzanny, mi querida Zuzanny...- Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.- A ti quería yo encontrarte, necesito contarte algo de suma urgencia.- Dijo señalándome las escaletas que conducían a los jardines. Al girarme me percaté de que Javier se dirigía hacia mí. Por ello, rápidamente me di la vuelta y seguí a Lux.

-Antes de que digas nada.- Comencé.- Te debo una disculpa por mi comportamiento, somos amigos y jamás debí aprovecharme de ti.- dije seria esperando su perdón.

-Realmente es usted una dama única.- dijo entre risas.- Pero me alegra que los dos nos consideremos únicamente amigos. Lo creas o no me importas mucho y me sentiría fatal si hubiera despertado en ti algún tipo de... - dijo levantando una ceja.

-Creeme ... no.- Lux siempre conseguía hacerme reír.

-Bien, porque esta noche parto hacia París.- dijo sin más.

-¿París?- pregunté sin comprender.

-Recordáis a mi dama... sé que sonará horrible, pero me he enterado que su marido falleció hace casi un año y ...

-Eres todo un romántico.- dije riéndome de él.- Ojalá tengas suerte. – respondí abrazándolo.

-Querida... estoy tan feliz que poco me importa parecer un imbécil.

-Nunca parecerías uno.- dije divertida.

Nos despedimos con grandes deseos de felicidad y con la promesa de escribirnos con noticias pronto. Sin quererlo había vuelto a abrirme de verdad a alguien, Michael se había convertido en un amigo de verdad, con él había compartido mucho más que aventuras.

Subí las escaleras que conducían al interior del salón, pero al comprobar que Javier me había visto cambié mi dirección y me dirigí hacia el balcón con tanta suerte de encontrarme allí con el señor Harry Checre.

-Buenas noches Lord Checre....- dije acercándome a él.- ¿Qué le está pareciendo la boda?

- Maravillosa, creo que los señores Miller se harán muy felices...- en su voz había un deje de tristeza, el pobre seguía enamorado de Anna. Por ello, al ver aparecer a Javier por la puerta no me lo pensé dos veces y en un movimiento rodeé el cuello del señor Checre y lo besé, apenas fue un roce junto a sus labios, pero antes de alejarme de él añadí.

-No esté triste, seguro encuentra usted también a su perfecta señora Checre, Anna no era la indicada.- le había dicho aquello muy cerca de sus labio, de tal manera que Javier pensara que seguíamos besándonos.

-RRRR.- el carraspeo de Javier hizo que el señor Checre se alejara rápidamente de mí.- Creo que es el momento de que se retire.- El aludido miró a Javier y después a mí, y tras un leve asentimiento por mi parte me dio las gracias y se marchó.

-¿Deseaba algo...?- dije fingiendo estar aburrida una vez nos encontramos solos.

-¿¡Qué si deseaba algo!?- Dijo acercándose a mí.- Llevo semanas intentando hablar contigo y siempre te niegas, y ahora te encuentro en brazos de otro hombre...- su rostro indicaba su estado de histeria, a pesar de que intentaba controlar su cuerpo.

-No veo dónde está el problema, los dos somos libres de hacer lo que nos venga en gana... bueno, yo soy un poco más libre que usted.

-Tú eres mía.- dijo tomándome del brazo.

-Tuya.- Dije haciendo un movimiento brusco para librarme de él y riéndome.- ¿Por qué iba a ser tuya?- pregunté sarcástica.

-Ya sabes porqué... después de lo que paso... tú...- Javier estaba nervioso, y yo me aproveché de aquello.

-Que adorable...- dije riéndome de él.- Creíste que porque pasara una noche contigo soy tuya... ¡LO CREISTE! Pobre señor Dominith...- Mantuve mi porte altivo, pero mi discurso se vio interrumpido.

-Zuz... te he deshonrado...- Javier bajó la mirada apenado y yo decidí darle mi estocada final y comencé a reírme.- ¿de qué te ríes? – preguntó serio.

-Crees que fuiste el primero, qué inocente... - Aquellas palabras dejaban a mi persona, mi honra y mi apellido por los suelos, pero sabía que hundirían todavía más a aquel hombre. Él había querido jugar conmigo y le estaba demostrando que había siso al revés.

-Zuz no me trates de tonto, a mí no me engañas...

-Creo que ya lo hice querido, además, tú y yo solo somos amigo o lo éramos hasta ahora.

-¿De qué hablas?- Javier parecía confundido.

-No quiero saber nada de ti, no me gusta repetir y creo que ya he tenido suficiente señor Dominth para toda mi vida... además... nuestro encuentro dejó mucho que desear. Si me disculpas... quiero despedirme de los novios.

Me alejé de él sintiendo un gran dolor en mi interior, pero al mismo tiempo sabía que no tenía otra alternativa, no pensaba volver a convertirme en la victima, no señor esta vez yo controlaría la situación.

-Zuz...no hagas esto, tenemos que hablar de verdad.- dijo acercándose a mí.

-No, tu y yo no tenemos nada de qué hablar, además... creo que la futura señora Dominth estará ansiosa por continuar con vuestro compromiso.- mis palabras parecieron descolocarlo, y yo aproveché ese momento para desaparecer.

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora