XVI

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Aquella tarde se había organizado una merienda campestre y yo esperaba en la biblioteca a que el resto estuvieran preparados para partir. Había transcurrido una semana desde nuestro picnic, Javier todavía no se había cobrado su premio y aquello me aterraba. Seguro estaría planificando algo desagradable para mí.

-Zuz que alegría encontrarte sola.-Dijo Javier entrando a la biblioteca y dejándose caer en el sillón en el que yo me encontraba.

-Te agradecería que no te tomaras tantas libertades.- dije sin levantar la vista del libro.

-Y yo te agradecería que hoy me complacieras en todo.- Aquellas palabras me hicieron cerrar el libro y mirarlo sin comprender.

-¿Cómo dice?

-Pues que mi deseo es que todo el día de hoy me complazcas.- Dijo estirando sus piernas y colocando sus brazos detrás de su cabeza.

-Dijimos que nada de pasarse, y perdóneme que le diga señor Dominith, pero su deseo es desmedido. No puede pedir todo un día de deseos.

-Está bien... lo concretaré un poco más. Deseo que desde ahora hasta que finalice el día, no le dirijas la palabra a conde Lux y que se muestres de lo más agradable conmigo.

-¡Pero qué!- Estaba a punto de soltar una barbaridad cuando Anna entro en la biblioteca.

-Aquí estáis... - Dijo mirándome y percatándose de que su primo también estaba allí.-Javier tus padres dicen que bajan en un minuto.-

-Tiempo suficiente para que seas nuestra testigo.- Dijo Javier sonriendo.

-¿Vuestra testigo de qué?

-He decidido cobrarme me deseo...- respondió Javier.- Zuz tiene prohibido hablar con el conde Lux durante lo que queda de día y debe ser de lo más complaciente conmigo.-Anna comenzó a reír.

-Es excesivo.- Dije yo.

-Bueno primo, quizás si es un poco...- comenzó a apoyarme Anna.

-Ya he rebajado mi condena, no lo haré más.- Respondió Javier.

-¡JA! Ahí está el problema, no es una condena. No consiste en que me castigues por herir tu orgullo, sino en que se te cumpla un sencillo deseo.

-Mi deseo es que recibas un castigo.- dijo la mar de divertido.- ¿Tenemos una trato? – Preguntó extendiendo su mano.

-Anna- Dije suplicante.

-Los siento Zuza, pero todos dimos nuestra palabra. –Respondió levantando los hombros.

-De acuerdo- dije estrechando la mano de Javier.- Pero como me humilles de alguna manera...- lo amenacé.

-Jamás osaría hacer tal cosa.- dijo llevándose mi mano a sus labios para besarla. Yo le miré con asco y la retiré.

-No sería la primera vez que lo haces...- Dije en apenas un susurro. Pero por su cara supe que me había escuechado.

Cuando llegamos al lugar de la merienda me aproximé a Anna y le susurré.

-Por favor, dile a Lux de la apuesta, no quiero que crea que soy una maleducada.- Ella asintió.

Sabía que Michael no me consideraría una maleducada, sino que más bien comprendería que algo pasaba y se lo tomaría a broma, pero yo pensé que si él estaba informado quizás me ayudaría.

-¿Señorita Zuzanny me acompaña usted a por algo de comer?- Javier había hablado lo suficientemente fuerte para que las personas que se encontraban a nuestro alrededor prestaran atención a nuestra conversación.

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora