Aquella tarde se había organizado una merienda campestre y yo esperaba en la biblioteca a que el resto estuvieran preparados para partir. Había transcurrido una semana desde nuestro picnic, Javier todavía no se había cobrado su premio y aquello me aterraba. Seguro estaría planificando algo desagradable para mí.
-Zuz que alegría encontrarte sola.-Dijo Javier entrando a la biblioteca y dejándose caer en el sillón en el que yo me encontraba.
-Te agradecería que no te tomaras tantas libertades.- dije sin levantar la vista del libro.
-Y yo te agradecería que hoy me complacieras en todo.- Aquellas palabras me hicieron cerrar el libro y mirarlo sin comprender.
-¿Cómo dice?
-Pues que mi deseo es que todo el día de hoy me complazcas.- Dijo estirando sus piernas y colocando sus brazos detrás de su cabeza.
-Dijimos que nada de pasarse, y perdóneme que le diga señor Dominith, pero su deseo es desmedido. No puede pedir todo un día de deseos.
-Está bien... lo concretaré un poco más. Deseo que desde ahora hasta que finalice el día, no le dirijas la palabra a conde Lux y que se muestres de lo más agradable conmigo.
-¡Pero qué!- Estaba a punto de soltar una barbaridad cuando Anna entro en la biblioteca.
-Aquí estáis... - Dijo mirándome y percatándose de que su primo también estaba allí.-Javier tus padres dicen que bajan en un minuto.-
-Tiempo suficiente para que seas nuestra testigo.- Dijo Javier sonriendo.
-¿Vuestra testigo de qué?
-He decidido cobrarme me deseo...- respondió Javier.- Zuz tiene prohibido hablar con el conde Lux durante lo que queda de día y debe ser de lo más complaciente conmigo.-Anna comenzó a reír.
-Es excesivo.- Dije yo.
-Bueno primo, quizás si es un poco...- comenzó a apoyarme Anna.
-Ya he rebajado mi condena, no lo haré más.- Respondió Javier.
-¡JA! Ahí está el problema, no es una condena. No consiste en que me castigues por herir tu orgullo, sino en que se te cumpla un sencillo deseo.
-Mi deseo es que recibas un castigo.- dijo la mar de divertido.- ¿Tenemos una trato? – Preguntó extendiendo su mano.
-Anna- Dije suplicante.
-Los siento Zuza, pero todos dimos nuestra palabra. –Respondió levantando los hombros.
-De acuerdo- dije estrechando la mano de Javier.- Pero como me humilles de alguna manera...- lo amenacé.
-Jamás osaría hacer tal cosa.- dijo llevándose mi mano a sus labios para besarla. Yo le miré con asco y la retiré.
-No sería la primera vez que lo haces...- Dije en apenas un susurro. Pero por su cara supe que me había escuechado.
Cuando llegamos al lugar de la merienda me aproximé a Anna y le susurré.
-Por favor, dile a Lux de la apuesta, no quiero que crea que soy una maleducada.- Ella asintió.
Sabía que Michael no me consideraría una maleducada, sino que más bien comprendería que algo pasaba y se lo tomaría a broma, pero yo pensé que si él estaba informado quizás me ayudaría.
-¿Señorita Zuzanny me acompaña usted a por algo de comer?- Javier había hablado lo suficientemente fuerte para que las personas que se encontraban a nuestro alrededor prestaran atención a nuestra conversación.
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El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)
RomanceZuzanny la pequeña de la familia Sant ha tenido que vivir una vida más dura de lo que ella desea aparentar. Cada situación vivida la ha hecho endurecerse más, rechazar más a los hombres y engañarse más a sí misma. Por eso ahora es incapaz de admiti...