XXIII

3.3K 463 14
                                    

Desperté con una sonrisa en mi rostro, sabía que los acontecimientos ocurridos la noche anterior no deberían ser celebrados por una dama respetable, pero había sido francamente maravilloso, me sentía tan bien. Me desperecé estirándome entre las sabanas y volví a absorber su aroma y no pude evitar suspirar... parecía un sueño, un sueño que había estado esperando por años. Nadie en su sano juicio habría podido imaginar que una noche que había empezado de aquella manera podría haberme llevado hasta este momento.

No pude evitar reír cuando las imágenes volvieron a mi mente, lo torpes que habíamos sido, el miedo que los dos teníamos de dañar al otro, y me atrevería a decir que incluso parecía que Javier no tenía muy claro cómo hacer las cosas bien. Había sido entrañable. Para mí, había sido perfecto.

Me levanté de la cama y me puse la larga enagua para cubrir mi cuerpo, pero aquello hizo que el rubor invadiera mis mejillas al percatarme de la mancha de sangre que había en ella. Corrí a ponerme la falda, no deseaba que nadie viera aquello, era vergonzoso, aunque a decir verdad, si alguien me encontraba en la habitación de Javier semidesnuda aquella mancha de sangre sería el menor de mis problemas.

Comprobé que no hubiera nadie en el pasillo y salí sigilosamente de la habitación. Conocía la casa de los Dominth como la palma de mi mano, al fin y al cabo había recorrido cada uno de sus pasillos un millar de veces desde que era niña. Por eso, no me resultó difícil salir de la casa sin que nadie me viera y volver a esta después de haber entrado a la mía sigilosamente, tirado mis enaguas al fuego y haberme cambiado de ropa.

-Señorita Sant, que gusto verla.- Me saludó el mayordomo de los Dominth.- Siento decirle que todos en la casa duermen, tan sólo el Señorito Dominth está despierto.

-¿Dónde se encuentra?- pregunté intentando parecer indiferente.

-En el despacho principal.- Respondió indicándome que le siguiera.

-No es necesario que me acompañes, seguro tienes trabajo del que ocuparte, y conozco la casa a la perfección.- dije dibujando una enorme sonrisa en mi rostro.

El anciano mayordomo me agradeció el gesto y tras una inclinación se marchó.

Yo me dirigí con paso alegre al despacho, escuchaba la voz de Javier desde antes de llevar al mismo, por ello fui aminorando mi marcha. No podía remediarlo, la curiosidad podía conmigo siempre.

-Javier tienes que sentarte y tranquilizarte.- decía una voz.- Si no tienes la cabeza clara no vamos a poder solucionar esto.

-Esta noche he cometido una locura...- escuche que exclamaba.- ¡Por Dios, pensaba que ya había resulto todos mis problemas!

-Vamos hombre no será para tanto, te recuerdo que gracias a eso has conseguimos deshacer el compromiso, llevábamos años intentándolo... supongo yo que eso se merecía una celebración a lo grande.

El silencio invadió la sala, todo aquello no era nuevo para mí, sabía que Javier estaba prometido, y él mismo me había dicho la noche anterior que había conseguido anular el compromiso. Lo que no comprendía es por qué se arrepentía de lo que había pasado entre nosotros... si no recordaba mal ... él había insistido bastante más que yo para que eso ocurriera.

-Nunca debí hacer que se anulara el compromiso...- Aquellas palabras me dejaron helada.- ¿Qué voy a hacer con Zuz ahora?

-Si deseabas proseguir con el compromiso ¿Por qué rompiste una de las clausulas?- El interlocutor de Javier parecía enfadado.

-Deseo casarme con mi prometida y lo sabes, pero no podía casarme de ese modo... yo... esto es una tortura.

-Revisaremos los términos... pero sabes de sobra que lo que paso anoche dificultará un poco las cosas...

No pude evitar apoyar mi cuerpo en la pared... ¿había escuchado bien? Pensaba que conocía a Javier Dominth, creía que él me amaba, pero había resultado ser un desalmado, había jugado conmigo todo lo que había querido y una vez había obtenido lo que deseaba me había desechado... Pero esto no iba a quedar así, no pensaba darle esa satisfacción. Sigilosamente volví sobre mis pasos y salí de aquella casa que no pensaba volver a pisar bajo ningún concepto. 

El escondite tras la mentira (5º libro SAGA VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora