Capítulo 8

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Al borde de la realidad

_Imaginé mi muerte de muchas maneras mientras viajaba de isla en isla como exploradora y es que la verdad uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Pero en ese momento, justo en ese momento cuando mi corazón palpitaba a mil, solo recé por un momento. Si iba a morir, al menos quería hablar un poco con Dios, si había uno en el cielo, claro.

Bajé mi cabeza mientras mis lágrimas seguían cayendo.

-¿Porqué haces esto?- pregunté pero nadie contestó. Alcé mi cabeza y vi como el insecto gigante salía de Blace. Se acercaba a mí lentamente, no estaba apresurada. Al fin y al cabo no podía moverme, así que era una presa segura.

Dios, todo por perseguir a un niño fantasma.

Cuando estuvo lo suficiente cerca, abrió su boca; era grande. De ese hoyo profundo y con dientes filosos salía un líquido transparente que identifiqué como saliva.

De repente se inclinó violentamente para arrancar mi cabeza, solo que se quedó a mitad de camino ya que su cabeza fue cortada. Cayó sangre sobre mi frente. Miré quién fue. El hombre de pelo negro tenía una gran espada cubierta del líquido rojo y espeso. Tenía náuseas.

-Creo que me servirás para algo más productivo- me levantó violentamente de la tierra y, con sus manos agarrando la soga de mis manos caminó lejos del castillo.

-¿Qué me harás?- pregunté sintiéndome cansada, llevábamos caminando mucho tiempo y no llegábamos. Miré el camino, me parecía conocido- Con que eres del reino Zkretu, dime. ¿Tú rey tiene cazadores personales?.

Él no respondía a mis preguntas, solo se reía y eso me estaba enojando. Ya tenía suficiente con casi ser devorada.

-¿En serio?. ¿No puedes ser auténtico?¿Necesitas a un rey que te mande a cazar humanos?- de repente su alto cuerpo estaba frente a mí.

-Mucho gusto, soy el rey Geo del reino Zkretu- abrí los ojos como platos. Si no me mató el animal ese, entonces él lo haría.

Acerté cuando dije que el rey Geo era más despiadado que Seth.

-Por cierto, ¿Qué son esas cosas?- pregunté refiriéndome al insecto gigante.

-Bacoséctidos- contestó a mi espalda.

-Al fin los conozco- susurré. Ya habíamos llegado al castillo negro.

Pero antes de entrar, de nuestro alrededor salieron algunos centauros. Al parecer nos acompañaron en todo el camino, no los vi en ningún lado cerca de nosotros. Ya me parecía extraño que el rey estuviera solo.

Entramos al lugar con los ojos de las bestias sobre nosotros, con sus arcos estirados y a punto de disparar.

-¡Prohibido matarla, es mercancía!- gritó e inmediatamente todos bajaron sus flechas.

-¿Mercancía?- cuestioné después de estar segura de que no me clavarían otra flecha.

-En el próximo viaje te irás con Izaro- no estaba entendiendo nada, y tal vez era mejor que no entendiera. Pero ahora era una presa en el castillo y necesitaba encontrar respuestas.

-¿Quién es Izaro? ¿Qué harás conmigo?- seguí preguntando.

Entramos y subimos las largas escaleras para luego entrar en un oscuro pasillo, al final pude divisar un cuarto con rejas. El rey sacó una llave y abrió la puerta para posteriormente empujarme haciendo que caiga de espalda.

-No más preguntas- me fulminó con la mirada y se fue por el pasillo.

Me levanté y golpeé las rejas con mis pequeñas manos.

SZIRATROVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora