Capítulo 23

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   Una pizca del antes, con una cucharadita del ahora

Seth

_Los días habían pasado, primero fue una semana y luego fueron dos, al día de hoy son tres. Las paredes del departamento están cubiertas de hojas de su libreta. Pero soy el único que las lee.

En la isla todo estaba bien. Demasiado para ser real. Los compañeros de Bee se habían ido. Ya no habían amenazas. No había escuchado noticias de Geo y a Salty decidí darle unas pequeñas vacaciones para que pasara tiempo con su novia; Brittany.

Estaba solo, literalmente estaba solo. Así que decidí bajar hacia el estanque del castillo. Caminé hasta que llegué a mi destino. Los faunos hacían reverencias mientras yo pasaba. Pero estaba sumergido en mis pensamientos.

Me senté en la orilla y esperé a que saliera. De repente, ella se sentó a mi lado, su cola larga caía dentro del agua y no pude evitar recordar el pasado.

-¿Aún no hay noticias?- preguntó refiriéndose a los dos hermanos perdidos.

Negué mirando hacia el cielo. Últimamente me sentaba en el estanque a escuchar los cuentos de la sirena.

-¿Qué tienes para contarme hoy?- pregunté aún con mis ojos puestos en lo alto.

-El chico, Brone, habló conmigo la noche en que despareció- eso hizo que le prestara atención.

-¿Qué te dijo?- pregunté mirándola.

Ella se arregló el pelo antes de responder.

-Realmente no lo sé, solo se sentó justamente en el mismo lugar donde usted está y me preguntó algo estúpido: “¿Es cierto que lloras perlas?”. Al principio quise golpearlo, pero tenía cara de retraso y lo dejé pasar- sonrió mientras contaba su anécdota.

Si era Brone, no me sorprendía.

-¿Es cierto que se enamoró de una sirena?- me cuestionó con sus manos en la orilla del estanque.

Sonreí y le respondí un vago sí. No era un tema del que me gustara hablar.

-Señor, alguien ha llegado al castillo- de inmediato me levanté.

El fauno hizo una reverencia y me guió hacia donde me esperaba un invitado.

El monje estaba frente a la vieja fuente, mirando caer el agua.

-Señor- me saludó y sonrió.

Nos dirigimos a mi oficina y tomó asiento frente a mí.

-Hace mucho quería hablar con usted- le dije ofreciéndole un poco de vino que él aceptó- Bee dijo que tendrán una conversación pronto y que no se preocupara- concluí esperando su respuesta.

-Realmente no estoy preocupado, no la vi por alrededor de veinte años, un poco más no me hará daño- sonrió bebiendo un poco de vino- no me malinterpretes, es solo que estoy seguro de que ella vendrá y traerá a Brone con ella.

-No lo sé, el tiempo está pasando y nadie dice...- no pude terminar ya que tocaron la puerta.

-Señor, el señor Brone está aquí- el guardia se veía desesperado.

-¿Aterrizó la nave de Izaro?- el asintió. Me levanté y el padre de Bee me siguió- que los tiradores se coloquen en sus posiciones y estén atentos. Puede pasar cualquier cosa.

Bajamos hasta el gran portón. Del otro lado estaba la nave, en la puerta estaba Brone, quien bajó rápidamente con una sonrisa. Inmediatamente la nave comenzó a subir.

-Ya estoy aquí, ¿Dónde está mi hermana?- aquí fue donde mi confusión empezó a crecer.

-Brone...- se acercó a mí y me dió un corto abrazo- Brone espera- se alejó de mí.

SZIRATROVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora