Capítulo 26

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      Un viejo amigo

_Al escuchar esa voz casi me caigo de la cama, mi corazón latía muy rápido. No porque me haya visto en ropa interior, sino porque ya me había descubierto.

Solo esperaba que no haya visto mi espalda. Me  levanté de inmediato y lo observé salir de la oscuridad, así aprovechaba para calmar mi alterado corazón.

Seth lucía igual, sus ojos seguían igual de inexpresivos que siempre, su cabello tenía el blanco de siempre. Al parecer me había hecho caso y se los había vuelto a pintar. Su cuerpo lucía igual que siempre, pero estaba más delgado.

Tenía las manos dentro de sus bolsillos. Unos pantalones de tela fina que caían de sus caderas. Tenía una camisa de botones y una gabardina negra, estaba de negro completamente. Solo su cabello resaltaba en la oscuridad.

Caminó a mí a paso lento. No sonreía ni me daba una señal de lo que por su mente pasaba. Entonces me puse nerviosa.

Me observó por un momento largo mientras me observaba en silencio.  No pude mantener mucho la mirada en sus ojos, me intimidaba en sobremanera.

-Hola- susurré cabizbaja.

No decía nada así que lo volví a mirar. Por primera vez sacó sus manos de sus bolsillos y tomó mi cara rápidamente, solo para darme un beso que se volvió intenso. Su boca no se despegaba de la mía y yo tampoco quería que lo hiciera.

Ese beso no fue para nada dulce, fue arrebatador y salvaje, muy apasionado sí. Fue un beso de personas que no se habían visto por mucho tiempo, justo como éramos.

Se separó de mí, pero sus manos permanecían en mi cintura. Estábamos calmando nuestra respiración.

-¿Cuando llegaste?- preguntó aún con seriedad.

-Hace una semana, cuando tu madre estaba aquí- respondí bajando mis manos de su cuello.

-¿Cuánto tiempo pretendías ocultarte?¿Porqué querías ocultarte?- apretó su agarre en mi cintura.

-Al principio porque quería darte espacio por lo que había pasado. Pero luego quise tomarme un tiempo yo- respondí evitando el tema.

-¿Porqué?¿Qué te hicieron? ¿Estás herida en algún lado?- empezó a tocarme hasta que pasó sus manos por mi espalda alta. Me quejé.

-Me duele ahí, no me toques- quité sus manos y las agarré delante de mi- ya me estoy curando así que no te preocupes.

-¿De qué hablas?. Puedes decirme- intentó ver mi espalda pero lo detuve.

-En serio, después te digo. No te preocupes, estoy bien. No soy una de ellos, pero aún no estoy preparada para mostrarte- expliqué alzándome y quitándole otro beso. Necesitaba que olvidara el tema.

-Sabes que también soy un monstruo, así que no te sientas mal- sonrió por primera vez.

-Está bien, cuando me muestres qué eres, yo también te lo mostraré- sonreí también.

-Me parece un trato justo, pero por el momento ya no quiero hablar- me levantó y me colocó en sus caderas.

Nos besamos, nada más. Pero nos besamos como si hiciéramos algo más. Nos extrañamos y nuestros labios lo comprobaban.

Al día siguiente me reuní con Brittany en su habitación. Estábamos sentadas en el balcón tomando café. Hacía mucho frío ese día y en el castillo todos estábamos cubiertos hasta el cuello.

-¿Porqué no vas a tu departamento?- me preguntó de repente tomando de su taza.

-¿Porqué tengo que ir?- fruncí el ceño, pero se me ocurrió que debía ir.

SZIRATROVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora