Capítulo 28

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                 Final

_Ambos nos levantamos y nos dirigimos al balcón, pero dejamos las ventanas cerradas, de modo que nada pudiera verse. Alguien en la piscina del edificio podría vernos convirtiéndonos en cosas y como que esa no era la mejor vista para alguien que estuviera relajándose en la alberca.

Seth empezó a quitarse la camisa y yo me quedé mirándolo.

-¿Qué se supone que haces?- pregunté intentando sonar decente, pero observándolo con descaro.

-Voy a mostrarte, eso fue lo que acordamos- terminó de sacarse la camisa.

Asentí dejándolo estar, solo lo observé esperando que continuara.

Yo estaba ansiosa por saber quién realmente era Seth. De igual manera, para mí, seguiría siendo un humano común y corriente.

-Espera, ¿Porqué yo primero?- preguntó deteniéndose.

Tragué saliva- si lo haces primero tendré más confianza.

-Las damas primero- cruzó sus musculosos brazos sobre su pecho desnudo, mirándome con intriga.

-Igualdad de género, los damos primero- dije adoptando la misma posición.

-Se dice caballeros- corrigió.

-Pero no se dice caballeras- contraataqué.

-Los hombres que subían en caballo para defender a las damiselas son llamados caballeros- explicó arqueando una ceja.

-Puedo decir que ayudé a un rey en peligro, ¿eso me convierte en qué?- pregunté pensativa.

-Sigues siendo una dama, así que dejemos la lingüística a un lado- se rindió.

De repente me entró una situación de duda, ¿Qué se supone que haría?. ,
¿Mostrar lo que ahora soy sin que me miraran raro?. No es tan fácil.

-Hey, no te preocupes- se acercó a mí al ver mi expresión- sea lo que seas, yo no tengo porqué juzgarte. Tampoco te miraré raro- acarició mis mejillas con sus pulgares.

Seth se alejó y me lentamente me dió la espalda. Me quedé sorprendida, ¿Qué se supone que diría ante tal cosa?.

Me quedé con la boca abierta cuando sus alas salieron de su espalda y su cuerpo empezó a transformarse. ¿Acaso era eso posible?. Es decir, wow.

¿Cómo no pensé en eso?. Ni siquiera se me ocurrió por un segundo.

Seth hizo desaparecer sus alas y su cola, volviendo a su estado normal. Retrocedí por inercia. Su anatomía era grande.

Volvió a su estado humano y se acercó a mí con una sonrisa.

-Mucho gusto, soy el dragón dorado- me tendió su mano. Mano que no pude sostener de inmediato.

-Tu...- mis palabras no salían, vaya, qué coincidencia- ¿Tú habías estado volando sobre California?¿Cómo no se me ocurrió antes?- golpeé su mano para que la bajara.

-Sí, creí que eras más astuta- golpeé su hombro.

-Es decir, ¿Eres un dragón?- volví a preguntar. Me miró como tonta.

Asintió y luego me haló para sentarnos en la alfombra. Vaya, vaya, vaya.

-Estabas tan ensimismada intentando probar que yo era un vampiro, que al parecer estás decepcionada y te sientes tonta por haber ignorado las señales- asentí secundado su opinión.

-Es mi turno, ¿Verdad?- cuestioné al cabo de un rato.

Me levanté sin esperar su respuesta y me coloqué delante de él. Pero una tristeza comenzó a invadirme, ¿Porqué tenemos que soportar que las personas hagan lo que quieran con nosotros?.

SZIRATROVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora