Capítulo 22

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     Otro viaje, pero al   presente

_Toqué su puerta tres veces, pero no nadie abrió. Supuse que podía hablar con ella en otro  momento así que dí la vuelta para irme, pero ella venía en el jardín caminando hacia mí con una sonrisa y unas bolsas en sus dos manos.

Me sonrió y le sonreí, luego me acerqué y le dí un abrazo, para posteriormente quitarle las bolsas que traía.

-Han pasado mil años desde la última vez que te vi- dijo exagerando mientras sacaba las llaves de bolsillo para abrir la puerta principal, entramos y no sentamos en el sofá.

-¿Cómo has estado?- le pregunté dándole un abrazo- tenía bastante tiempo sin verte, no había podido venir.

-Ya lo sé, la vida de un rey es muy ocupada- concordó sonriendo.

-Las cosas están mal y no sé que hacer- informé suspirando.

Ella se incorporó y me observó fijamente- Es Geo otra vez- aseguró ahora preocupada. Ella podía adivinar lo que pasaba por mi cabeza solo con mi expresión.

-¿Recuerdas a Bee?- le pregunté. Ella frunció el ceño por un rato, luego levantó sus cejas y sonrió.

-Sí, aún recuerdo a esa chica. Pero desapareció como fantasma y jamás la volví a ver para agradecerle por salvar mi vida- dijo recogiendo su cabello en un moño.

-¿La reconocerías si la vieras en persona?- le pregunté sonriendo. Mi madre sabía todo de la isla, pero yo aún no le había contado que envié a Bee a cambiar el pasado.

-No lo creo, seguro está muy mayor. Cuando la vimos tenía alrededor de la edad que tienes ahora- miró sus manos mientras dejaba caer una lágrima- si ella no hubiese llegado a tiempo, o tú hermano o yo habríamos muerto. A veces pienso que era mejor que uno de los dos muriera, si hubiese sido él, ahora me lamentaría mucho. Pero si hubiese sido yo, no tendría que presenciar esta guerra que tienen ahora- me acerqué a ella y sequé sus lágrimas. Ella intentó sonreír y respiró profundo.

-No, mamá. Solo encontraremos un plan- deslicé mi mano por su cabello.

-No, Seth, solo hay dos opciones. O Geo cambia, o alguien lo matará y dudo que pase la primera- susurró y me miró preocupada.

-Encontraremos una solución, no podemos permitir que le siga haciendo daño a personas inocentes- me quedé un rato más pero luego tuve que irme.

El departamento de Bee fue mi próxima parada. Su clave era fácil así que rápidamente entré.

Se sentía un inmenso vacío allí, ella siempre estaba haciendo escándalo por alrededor de la sala de estar. Pero ya no más, todo estaba en silencio. Entré a su habitación porque olía a ella, pero no me quedaría a oler su ropa como un psicópata así que solo tomé una libreta y un bolígrafo, además de cinta pegante.

Me senté en la silla donde ella me amarró sin saber que era yo y sonreí antes de comenzar a escribir.

Tienes 28 años.

No te gusta la miel, irónico porque eres una abeja.

Eres alérgica al perfume.

No tienes mascotas. Tienes un hermano.

Mayormente, cuando hacen experimentos con personas en la nave, nadie regresa con sus recuerdos así que quise pegar en sus paredes las cosas importantes que ella debía recordar.

Antes de ser lo que eres, eras una maldita humana.

Te voy a contar una historia. Existió un hombre tonto que conoció a una sirena, ella era bella, hermosa y, aunque no lloraba perlas, parecía que estaba viviendo un cuento de hadas.

SZIRATROVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora