Capítulo 6

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Mimi esperaba pacientemente en el patio del colegio a la salida de sus tres hijas menores, como todos los días. Al terminar de trabajar, iba andando hasta el colegio de sus hijas, ya que estaba a unos escasos 5 minutos. 

Aunque ella era profesora, y lo más lógico hubiera sido llevar a sus hijos en el mismo colegio donde trabajaba, ella prefirió, desde el primer momento, separar la vida familiar de la laboral. Aún así, algo también tenía que ver que esta trabajase en un colegio privado, para el cual tampoco hubiesen tenido el dinero ni las ganas suficientes para escolarizar a todos sus hijos. 

- Mi rubia -saludaba Mimi cogiendo a su hija en brazos a la salida del colegio- ¿Que tal tu día?

Lola era la sexta, en casa la llamaban Lola la traviesa, un calificativo inmejorable, pues le iba como anillo al dedo. Era el ejemplo perfecto de niña torbellino, a sus seis años, arrasaba por donde iba, en todos los sentidos, en lo bueno y en lo malo.

Era una niña muy inquieta y se pasaba el día correteando escaleras arriba y abajo, su familia estaba sorprendida de que aún no se hubiese metido una hostia importante, y si no era así es porque tenía muy buena suerte. Además, era muy habladora, hablaba como una cotorra, no paraba, de hecho, desde que aprendió a hablar no paró, y es que quizás se les pasó enseñarle a callar.

A esa edad, su personalidad aún no estaba definida, era una mezcla explosiva de todos los que iban por delante suyo. Le gustaba el color rosa y las faldas, pero también tenía bastante mal humor y temperamiento, no era nada repipi y era una apasionada de los deportes, aunque últimamente estaba experimentando con la gimnasia, aunque digamos que no es que tuviese un don inato para ello.

A veces la liaba, unas sin querer y otras queriendo, le gustaba llamar la atención así que tampoco se reparaba mucho en tener cuidado y no armar jaleo tirando todo por el suelo a su paso. Era por eso mismo, que se pasaba los días correteando, de un lado para otro, para mostrar sus últimas hazañas, a veces consiguiendo alabanzas y otras siendo ignorada.

- Hola mamá -dijo devolviéndole el abrazo- Muy bien, hemos pintado y leído un cuento. Y en el comedor nos han dado macarrones.

- ¡Que guay! -le respondió su madre- Buenas Emma -dijo revolviéndole el pelo de modo cariñoso a su hija, la mayor de las pequeñas, que acababa de llegar a ellas- ¿Cómo estás?

- Bien -dijo sin dar más explicaciones, al contrario que su hermana.

- Peque -saludó Mimi a la más pequeña de todas dándole un abrazo.

- Hola mamá ¿Me guardas la mochila? -dijo tendiéndole esta a su madre.

- Claro -dijo cogiéndola y cargándola a su espalda- ¿Vamos? 

Las cuatro empezaron a andar patio a través, Mimi iba en el medio y agarraba de la mano a la mediana de las tres, aunque eso no le gustaba mucho a Lola, esa niña era un alma libre y se iba corriendo sin reparar en nada a la mínima que veía algo que llamaba su atención. 

Al otro lado iba Emma, que llevaba de la mano a la más pequeña y no quitaba su atención de ella, le gustaba cuidarla, a pesar de ser de las pequeñas, le gustaba sentirse mayor, y eso solo lo podía hacer con Inés, la única que le hacía algo de caso.

- Mamá, ¿sabes qué es una molareja? -le preguntó Lola.

- ¿Moraleja? -le respondió esta riendo.

- Eso -dijo la niña rodando los ojos.

- Sí, ¿y tu? -le retó su madre para que se lo explicase.

- Claro, lo he aprendido hoy a clase. Una molareja es...

- Lola -le cortó su madre- Mora leja -dijo lentamente y exagerando la pronunciación para que la niña lo entendiese.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora