Capítulo 50

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- ¡Buenos días! Os traigo el alta -les informó la enfermera- Tanto la mamá como la pequeña están muy bien, así que ya podéis ir a casa a descansar -les comunicó a ambas- Y tu ya lo sabes -continuó dirigiendose a Ana- tienes que estar una semana de reposo, deja que te cuiden, ¿eh? -le recordó.

Las dos estaban deseando recibir esa noticia, la verdad es que en el hospital las estaban tratando de maravilla y no se podían quejar de nada, pero cuando se trataba de descansar, como en casa no había ningún otro sitio.

Sabían que allí iban a estar solas, y que nadie les iba a ayudar con la pequeña, pero después de ocho hijos, eso ya no las asustaba para nada. Aunque cada hijo era único, la pareja ya se conocía todos los trucos habidos y por haber para que los bebés dejaran de llorar, comiesen o durmiesen.

Así pues, Mimi recogió las cosas rápidamente y con mucha ilusión por la vuelta a casa, la morena, como no, quería colaborar, pero la rubia se lo impidió. Sabía que sería dificil que cumpliera con el reposo que le habían pedido, pero ella tampoco se iba a rendir a la primera de cambio.

Vistieron a la pequeña con algo nuevo y fresco, porque a pesar de estar a principios de junio, el calor ya apretaba, y Ana se quitó ese pijama de color azulado tan característico de hospital y se puso algo cómodo.

- Cuando lleguemos a casa vamos a tener que hacer la lista para el super, seguro que tenemos la nevera vacía -comentó la morena desde la parte trasera del coche.

Se había colocado allí para ir de lado con la pequeña y poder estar pendiente de ella todo el tiempo, pero la verdad es que era poco caprichosa y demandante, lloraba muy poco y se pasaba el día durmiendo, aún así, Ana no quería separarse de ella ni un instante.

- No te preocupes por eso Ana, yo me encargo de todo eso -le respondió Mimi que, aunque también cansada, no quería que su mujer empezase ya a estresarse con la rutina y las cosas del día a día.

- No me vas a dejar hacer nada -se quejó ya viendose venir lo a rajatabla que se iba a tomar las instrucciones de los médicos la rubia.

- Ya lo sabes, una semana de reposo, dos si se puede -le recordó- y tu no tienes que hacer nada más que descansar junto a nuestra niña, ¿me escuchas? Así que nada de ponerse a recoger la casa que ya nos conocemos -le advirtió.

- Pues hazlo tu entonces, ya sabes que odio el desorden y no soy capaz de descansar si la casa está desordenada y estoy segura que estará toda la casa patas arriba -dijo ya poniéndose nerviosa solo de pensarlo.

- Venga, ya verás que no es para tanto, la hemos dejado en buenas manos. Ya te dije que ayer cuando vine estaba todo en orden -le recordó.

Evidentemente, Mimi no podía dejar a sus hijos tres días solos, así que tanto el sábado como el domingo había pasado por casa para comprobar que todo iba bien y saludar a sus niñas. Además, también había aprovechado para ducharse, cosa que no podía hacer en el hospital, y coger cosas para Ana que se habían olvidado con las prisas.

- No sé si habrá alguien en casa -comentó Ana mientras mecía a la pequeña en su cochecito y Mimi se disponía a encontrar las llaves en su bolso para abrir la puerta.

- Cloe ya no tiene clases, ¿no? -le respondió la rubia que se esperaba encontrar a su hija mayor en casa estudiando.

- Tal vez se ha ido a la biblioteca, ya sabes que prefiere estudiar allí -le respondió la canaria cuando Mimi ya abría la puerta.

- ¡Hola! -saludó la rubia de igual forma, por si hubiese alguien en casa se enterase que ya habían llegado.

- ¡Hola! -apareció de inmediato Cloe en la entrada de casa, proveniente de la cocina- Ay por dios que cosita -exclamó nada más ver a su hermanita en el carro y pasando de sus madres- ¿Puedo cogerla? -preguntó como si no le fuesen a dejar hacerlo.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora