Capítulo 12

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Apenas quedaban unas horas para que empezase la fiesta con la que Naira llevaba semanas soñando. Esta le estaba dando golpecitos a Sofía por debajo de la mesa, tenía que hacer algo ya. 

Su hermana le había prometido tiempo atrás que iba a conseguir, de la manera que fuese, una coartada para que ella pudiese asistir a la fiesta sin que ninguna de las madres se enterase, pero la rubia aún no había hecho nada.

- Mami -llamó la rubia la atención de Ana- ¡Mami! -insistió algo más fuerte para que, con todo el batiburrillo que había en la mesa, la escuchase.

- Dime -se quedó la madre parada y mirando a la chica esperando a que se decidiera a decir algo.

- ¿Te acuerdas de eso de los ríos? -le preguntó.

- ¿El qué? -dijo Ana sin saber de lo que le estaba hablando.

- Que estábamos dando los ríos de Europa en clase -le aclaró la rubia.

- Ah sí, ¿necesitas ayuda con eso? -le preguntó Ana que no entendía muy bien porque justo le hablaba de eso en aquel momento, pues era obvio que no era un buen momento ni podría ayudarla.

- No, es que nos han mandado un trabajo en grupo -improvisó, muy nerviosa, Sofía. 

Naira le dió una patada en la pierna advirtiéndole, se estaba notando demasiado que era mentira y las iban a pillar, y ese día no se lo podían permitir, pero para su suerte, Ana estaba demasiada distraída para darse cuenta de todo aquello.

- ¿Y? -preguntó Ana que no entendía porque le estaba dando tantas vueltas- ¿Necesitas algo?

- Sí -respondió- Es que hemos quedado esta tarde con las de mi grupo para hacerlo, tengo que ir a la biblioteca -soltó por fin.

- ¿Quieres que te acerqué con el coche? -le preguntó la madre a sabiendas de que vivían bastante lejos de allí.

- Sí, eso es lo que te quería pedir -respondió la chica aliviada al ver que ya no tenía que seguir mintiendo.

- Sofi... -dijo Ana que justo en ese momento se le encendió una bombilla en su cabeza. 

La actitud tan rara de su hija solo podía indicar una cosa y es que era obvio que, por alguna razón, le estaba mintiendo. Estaba claro que a la biblioteca no quería ir o por lo menos hacer un trabajo allí no era el objetivo.

- Ya te llevo yo Sofi -interrumpió Mimi, que llevaba un buen rato con un oído metido en la conversación- que tengo que salir esta tarde -continuó- ¿A qué hora habéis quedado? -le preguntó a su hija.

- A las 5 y media -respondió la chica un poco confundida, estaba claro que la había cagado, era Mimi quién había castigado a Naira y de ninguna manera iba a permitir que fuese a la biblioteca esa tarde.

Ana estaba casi o más confundida que sus dos hijas, pero no dijo nada. Estaba claro que el gesto de Mimi había sido muy feo y hecho apropósito para que la morena se enfadara, pero esta decidió actuar con madurez e ignorarlo.

- Cloe, Bruno -llamó Mimi a sus hijos mayores- Si queréis ir aprovechad que bajamos -les propuso a ambos.

- La verdad que yo me quedo en casa hoy -respondió Cloe que no tenía mucho interés en sumarse a su hermana.

- Yo prefiero ir andando si eso -respondió el chico.

Era normal que los más mayores acudiesen a la biblioteca, tanto el fin de semana como entre semana, sobretodo Cloe. Con el ruido que había en casa, muchas veces era imposible concentrarse por largos tiempos, y en periodos de exámenes lo mejor era refugiarse en la biblioteca.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora