Capítulo 5

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- ¡Pásame la leche Lola! -le gritó Cloe a una de las benjaminas para que le alcanzase el cartón.

La pequeña, cogió el tetrabrick, que estaba lleno hasta arriba pero sin la tapa puesta y estiró su brazo intentando llegar a la mano de su hermana.

- Idiota, lo has tirado todo -le dijo Naira al ver que a Lola se le escurría el cartón de las manos y dejaba todo el mantel empapado de leche.

- ¡Mami me ha insultado! -gritó la pequeña reaccionando al comentario de su hermana.

- ¿Dónde está Emma? -preguntó Ana a sus hijos sin hacer caso a la discusión de las niñas mientras intentaba buscar, entre tantas cabezas, a la morena.

- No pasa nada Lola -le dijo Cloe a la pequeña que ya estaba a punto de llorar por la bronca que le había echado la mediana- Pero tienes que ir con más cuidado para que no vuelva a pasar. Y tu -dijo cambiando su dulce voz por un tono más antipático -deja de insultarla, es una niña- continuó pegándole un golpe, más que merecido, a la morena.

- Mimi, ¿está arriba Emma? -se dirigió Ana a su mujer que estaba sentada en la mesa comiendo con todos sus hijos menos la ausente- ¿Dónde se ha metido esta niña? -dijo mientras buscaba apresurada por toda la estancia a la pequeña sin éxito.

- Busca arriba, yo me encargo de estos -le respondió la rubia no tan preocupada por la ausencia de la quinta, pues era habitual que se escabullese a todas horas, y lo cierto es que ambas tenían discrepancias en cómo lidiar con ese tema.

- Joder -dijo yéndose para arriba.

- Inés venga comete los cereales que no tenemos todo el día -presionó Mimi a la más pequeña de todos mientras intentaba poner orden en aquel desastre de cocina.

- Dejad de chillar joder, estoy estudiando -dijo Bruno apurado que mientras pegaba un mordisco a la tostada que tenía en una mano, leía con atención el libro de texto que sujetaba con la otra, tratando de sortear las migas que pudiesen caer.

- No es hora de estudiar, gilipollas -respondió Naira mientras, por debajo de la mesa Sofía le daba una puntada de pie sin que el resto de la familia, demasiado ocupados en los suyo, se percatase de aquello.

- Esa boca Naira -le advirtió Mimi, al ver que, como era habitual, la pela ya se estaba yendo de madre.

- Sí claro toda la culpa es mía ¿no? -respondió insolente- Sofía no para de darme patadas por debajo de la mesa y como siempre nadie le dice nada, dijo levantándose de su sitio y yendo, al sitio de Emma, que aún no había aparecido.

- ¡Comed! -dijo Ana pegando un grito desde el pasillo del piso de arriba, dónde aún podía escuchar las peleas de sus hijos- ¿Emma? -continuó Ana mientras metía su cabeza en el baño- ¿Emma? -dijo entrando en su habitación. 

Nada, pensó, y salió al pasillo de nuevo, pero algo le dijo que debía volver a entrar, y así lo hizo, entro hasta dentro y efectivamente.

- Aquí estás -dijo aliviada. 

La niña estaba sentada en el suelo, apoyada en la pared de su habitación y comiendo su bol de cereales tranquilamente. Emma subió la mirada para encontrar los ojos de su madre, que le sonrió, y bajó de nuevo la mirada para seguir con su desayuno

- ¿Qué pasó? -le preguntó sentándose a su lado, con algo de dificultad, pero no obtuvo respuesta- ¿Por qué comes aquí? ¿No quieres bajar con tus hermanos? -le preguntó acariciándole el pelo.

- No -dijo muy bajito aunque su madre la alcanzó a escuchar.

- Normal, no sé de que me extraño, no paran de liarla y hacen mucho ruido -dijo comprendido a la pequeña, y es que ella también estaba harta de sus hijos- ¿Pero no crees que estarías mejor en la mesa, sentada en la silla? 

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora