Capítulo 31

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- Chicas, chicas, por favor, un poco de silencio -pidió Cloe a las dos más pequeñas.

Pasaban pocos minutos de las 7 de la mañana, tanto Ana como Mimi seguían en el hospital y Cloe tenía a sus seis hermanos a su cargo, todo un reto para ella, y más teniendo en cuenta que la chica apenas había dormido un par de horas en toda la noche.

- ¿Pero donde están mamá y mami? -preguntó Lola, pues a sus ojos era obvio que eso era un desastre incontrolable y faltaba, por lo menos, una adulta que controlase todo aquello.

Y por si fuera poco, aquello le había pillado de improvisto a la pequeña, como a todos sus hermanos. Nadie les había avisado que al despertar sus madres no estarían y su ausencia, como era evidente, se le hacía muy extraña.

- Mami se encontraba mal y está en el médico con mamá -les explicó Cloe a los presentes- pero ya se encuentra bien y esta tarde ya volverá a casa -añadió para que ninguno de ellos se asustara- ¿vale?

- ¿Y tenemos que ir al cole? -preguntó la rubia confundida.

Siempre les acompañaba Mimi, en coche, así que con su ausencia y también la de Ana se le hacía inconcebible poder ir al cole, para Lola esa era una excusa perfecta para saltarse clases y quedarse en casa jugando, pero su hermana tenía otros planes para ella.

- Claro que sí -le respondió Cloe- tu te encuentras perfectamente.

- No -negó la niña- me duele la barriga -dijo poniendo una mueca y llevándose los brazos al vientre para hacer el teatro.

- Ya Lola ya -dijo su hermana ignorándola- Venga espabila o llegaremos tarde.

- Y tenemos que ir andando a clase, ¿enserio? -preguntó también Sofía.

- Para eso tienes dos piernas, ¿no? -le respondió su hermana- Anda, por favor Sofi, no es momento para tonterías -dijo pidiéndole que no enredara más.

Era lógico que las más pequeñas quisiesen aprovecharse de la situación, pero Cloe no le iba a consentir a los más mayores que enredasen todavía más el asunto.

- Perdón -se disculpó la chica que se dió cuenta que le estaba echando demasiado morro.

- No me gustan los cereales -se quejó Lola de nuevo.

- Pues yo que sé Lola, no te los comas -le respondió la mayor ya desesperada- y anda a vestirte -añadió casi echándola de la cocina, ya casi era la hora de salir y la niña aún iba con su pijama- ¿Inés a ti que te pasa? -le preguntó a la pequeña que estaba en mitad de la cocina de brazos cruzados a punto de llorar.

- Es que no sé que ropa ponerme -le explicó a Cloe- Siempre me ayuda mamá a escogerla -continuó haciendo un puchero.

- Venga -dijo cogiéndola en brazos para poder ir más rápido- Vamos arriba y te ayudo yo a escogerla, ¿vale? -trató de convencer a la pequeña mientras subían las escaleras- ¿Te pones esto? -dijo ofreciéndole unos vaqueros básicos y un jersey de arcoíris que sabía que le gustaba mucho a la pequeña.

Cloe ayudó a las dos más pequeñas a prepararse lo más rápido posible, y después de un par de tirones de pelo, varios gritos y alguna que otra lágrima, lograron salir de casa a tiempo.

Los mayores fueron por su cuenta al instituto y Cloe se llevó a las tres pequeñas al colegio sin mucho más percance del que se encontraba Mimi a diario.

Era lógico que después de aquello, no iba a llegar a tiempo para la primera hora de clase, pero lo cierto es que tampoco se esforzó para acercarse al instituto ni que fuese 15 minutos tarde.

Cloe caminaba sin rumbo por las calles de la ciudad, estaba deshaciendo el camino que había hecho, pero ni siquiera era consciente de que volvía para casa cuando su móvil sonó y la sacó de esa burbuja en la que estaba metida.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora