Capítulo 47

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- Están muy buenos Mimi, ¿los has hecho tu? -le preguntó Paula a la madre de su amiga, con la cual ya tenía bastante confianza.

Tampoco era de extrañar, porque se conocían desde hacía muchos años. Paula siempre había ido al mismo colegio que Sofía, pero en la otra clase, junto a su hermana melliza. Además, era una chica muy extrovertida y no tenía ningún tipo de reparo en iniciar una conversación con cualquiera.

Pero Sofía se moría de vergüenza al ver a su amiga interactuar con alguna de sus madre, y sufría por si alguna de ellas decía algo fuera de lugar o inadecuado, aunque con el tiempo se había ido acostumbrando, pues tampoco le quedaba otra.

- Sí, los hago yo -afirmó la rubia que se encontraba en la misma cocina lavando los platos- ¿Te gustan? -dijo sorprendida, pues pocas veces alababan su comida en esa casa- Si te quedas con hambre aquí tienes más -continuó señalando la cazuela dónde aún había un buen puñado de espaguetis a la carbonara.

- Gracias -reaccionó la chica que seguía comiendo de su plato, con su amiga callada al lado, al ofrecimiento de Mimi- En mi casa no los hacen tan buenos -añadió- Gracias por invitarme a cenar.

- No hay de que, dónde comen dos comen tres, ¿no? Ya ves que en esta casa no viene por uno de más -dijo bromeando- Naira me ha dicho que no vendrá a dormir -dijo dirigiéndose ahora también a su hija- Si quieres puedes quedarte a dormir, y así no haces venir a tus padres a recogerte -le ofreció.

A Sofía, que comía desganada su plato de comida, le cambió la cara de inmediato. No se podía creer que su madre le estuviese permitiendo dejar a una amiga quedarse a dormir en casa, es más, se lo estaba proponiendo ella misma.

- ¿Puede? -preguntó la rubia ilusionada sin poder disimular su emoción.

- ¿Puedo? -reaccionó casi al instante Paula.

- Sí, pero no arméis mucho jaleo -les advirtió levantando su dedo índice- Si vais a hacer ruido quedaros aquí abajo. Es lo único que os pido, ¿vale?

Sin duda alguna, a Mimi no le sorprendió la reacción de las chicas, sabía que les haría una ilusión tremenda. Casi nunca nadie podía quedarse a dormir en casa, puesto que no había camas de sobra, así que las dos madres decidieron darles aquella sorpresa, después de todo, Sofía se lo merecía y a ellas no les costaba nada.

- Claro, voy a avisar a mis padres ahora mismo -dijo la morena levantándose de su silla y apartándose para hacer una llamada rápida a su casa.

- Mamá -dijo Sofía llamando la atención de su madre- Gracias


🖤🖤🖤



- Buenas noches -interrumpió Mimi en la habitación de las gemelas después de golpear la puerta con sus nudillos un par de veces- Podéis bajar abajo si queréis, ya no hay nadie -les sugirió.

- Estamos bien -respondió su hija que prefería mil veces la intimidad de su cuarto a cualquier otra estancia de la casa.

La rubia estaba sentada en su cama apoyada en la pared y Paula estaba sentada en la silla del escritorio, que había colocado estratégicamente para quedar justo en frente de su amiga.

- Como queráis, pero hablad bajito que tus hermanas están durmiendo -les advirtió.

- Vale mamá, ¡buenas noches! -se despidió de ella .

- Os parecéis un montón ¿eh? -no pudo evitar comentar la morena, que en silencio se estaba dando cuenta del parecido, no únicamente físico, de madre e hija.

- Ella es más guapa -murmuró la hija en voz baja para que no la pudiese escuchar su madre.

- Venga -dijo Mimi rodando los ojos y dándose cuenta que ya estaba molestando- Buenas noches, ahora sube mami -le avisó a su hija mientras salía del cuarto y cerraba la puerta.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora