Capítulo 27

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- Hola! -saludó Mimi hasta con algo de vergüenza a su amiga.

Hacía tanto tiempo que no se veían, y de hecho, hacía tantos años que no quedaban a solas que estaba hasta nerviosa por el encuentro. Era una sensación extraña, no había dejado nunca de hablar con ella, pero como era lógico ya no hablaban tanto como antes y Mimi sentía como si esa fuese la primera vez que se veían en persona.

- Hola bonita -la saludó su amiga con dos besos- ¿Cómo estás?

- Gracias por quedar conmigo Laia -le respondió Mimi evitando responder a esa pregunta.

- Mujer, no se merecen -le contestó la amiga- Eso tu que me tienes abandonada no, lo siguiente -le dijo bromeando- Y sí, que ya sé que vivo en Girona, pero joder, que estamos a una hora solo ¿eh?

- Apenas se nota que vives en Girona, cada día tienes más acento coño -comentó bromeando Mimi.

- Pues tu al contrario amiga, nadie diría que eres andaluza -le replicó esta.

- Lo sé, y mira que cuando nos conocimos a veces ni me entendías con el acento tan cerrado que tenía, ¿eh? -dijo riendo al recordarlo.

- Y que machaque me diste tu con el acento de pueblo ¿no? -le recordó esta también- Encima que te enseñé a hablar catalán.

- Eso si te lo tengo que agradecer -admitió Mimi- y que me chivases las respuestas en el examen también.

- Bueno, eso ya no lo haría ahora -reconoció la chica- Pero cuéntame, ¿qué ha pasado? -le preguntó tratando de sonsacarle aquello que las había traído allí.

- Ya te dije que las cosas con Ana no iban bien -le recordó a Laia.

- No sé, me sorprendió mucho cuando nos lo contaste -admitió al recordar el encuentro que tuvieron con su grupo de amigos meses atrás- No me alegré para nada, la verdad es que no te reconocí Mimi, ¿que te pasa? -preguntó preocupada.

- Lo sé, la cagué mucho -reconoció por primera vez la rubia- y no sé si eso tiene arreglo ya -se lamentó.

- Tienes razón -dijo su amiga que, lejos de compadecerse de ella, quería que se diese cuenta de lo que había hecho mal- No fue nada propio de ti que después de aquello no echases a correr tras ella y te fueras tan tranquila a tomar unas cañas -reconoció- y siento decirte que no tengo duda de que a ella eso le doliese.

- Ya -admitió Mimi que sabía que su amiga tenía toda la razón- ya sabes que enfrentarme a los problemas nunca ha sido mi fuerte -reconoció.

- Es tu asignatura pendiente, pero nunca es tarde si lo quieres -trató de animarla un poco, y es que aunque el panorama no era muy favorable, Laia aún veía esperanza en el matrimonio de su amiga- ¿Cuál es la situación ahora? ¿Estáis mejor? -le preguntó para ponerse al día y poder aconsejarla mejor.

- Todo mejoró bastante por Navidad, de hecho, no sé si os lo contó ella, pero quedé con Natalia y... -dijo dejando por terminar la frase, no quería ni recordar lo que había sucedido aquella tarde.

- Sí, lo sé Mimi, lo sé, menuda cerda -dijo rodando los ojos- Por eso te hablé en realidad -admitió Laia- quería saber como estabas y si eso te había afectado mucho, supongo que si.

- Pues no lo sé, siento tanto que ya no siento nada Laia -admitió- Me pongo a pensar y creo que muchas cosas de las que he hecho han sido por hacer caso a sus consejos malintencionados -reconoció con algo de miedo.

Solo había algo peor que pensar qué por culpa de sus impulsos había jodido su matrimonio, y era darse cuenta de que todas sus reacciones, todas sus contestaciones y todo lo que había hecho mal había estado motivado por otra persona y no por ella misma.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora