Noche de chicas

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Así fue, Rose me dio el horario de mi nueva clase, mi gran horario.
Empezábamos la semana con un chute de energía. Los lunes comenzábamos las clases con Química, una de las asignaturas que peor me van.
Siempre intento mantener un buen boletín de notas, ya que no quiero tener que estudiar y saltarme parte del verano.
Siempre iba con Isma y con Carlos a la playa, a la piscina o simplemente a ver una película y después comer algo, pero ahora que estoy aquí...
Me fui a mi nuevo cuarto acompañada de Mike, que parecía una lapa, a todos lados que iba me perseguía y eso me estaba poniendo un poco nerviosa.

Llegué a mi cuarto, en ningún momento intercambie ninguna palabra con el, el tampoco intentaba mantener una conversación decente, es más, parecía igual de harto que yo persiguiéndome.

Abrí la puerta con la llave que me dio Mike, y si no hubiese puesto el pie en la puerta él se hubiese quedado fuera de la casa.

— sé que no tienes ganas de hablar conmigo, no te creas que yo si las tengo,  pero hasta que no sea tarde y tus compañeras lleguen a casa  no puedo dejar que hagas lo que quieras. Créeme es más jodido aguantarte, que tú aguantarme a mi y seguramente sepas que tengo unas ganas descomunales de irme a mi casa y no tener que aguantarte, pero son ordenes de la reina Rose.

— ¿Que pasa si no cumples las reglas? ¿Te quitaran el cargo de noble?

— Si, y aparte de eso no tendré dinero ni casa, así que es mejor atajar las reglas de  la madame Rose.

— ¿Vives aquí? — la verdad estaba intrigada en saber un poco de historia detrás del limón andante.

— Si, por mala suerte, estoy al otro lado del instituto,  pocas personas saben esto.

— Oh, me siento afortunada — dije en tono seco mientras me sentaba en una pequeña silla, Mike hizo lo mismo sentándose a mi lado.

— Si, todo lo que quieras, pero ahora que sabes esto no vengas a joderme por las noches.

— Arruinaste mi plan, lo tenia todo calculado ya — el hombre me sonrió y me miró

— Te imagino a las 2 de la noche entrando a mi puerta llorando, mientras dices: ¡Mike, mis compañeras locas se están pegando entre ellas! ¡Tenían un cuchillo Mike, UN CUCHILLO! — lo dijo en un tono teatrero que hizo que en mis labios se instalara una leve sonrisa.

— Se que esto es jodido Caille, pero créeme, es mejor estar aquí. Contactaras con tus padres todos los fines de semana, te enviarán cartas, regalos, ropa... y por parte de Rose, el servicio del instituto, y también por parte mía te trataremos como si fuera tu casa de toda la vida. Por favor, como dije antes, se que es difícil, pero, confía en nosotros. Confía en mi, en tus nuevas compañeras, en tu clase, aquí te ayudaremos.

Su tono era totalmente distinto, su voz era frágil y me daba serenidad, pero mi cabeza era un maldito lío. ¿Que estaba pasando allí fuera para que tengan que trasladarme aquí? ¿Volveré a ver a mis padres en persona de nuevo? ¿Volveré a pasar los veranos llenos de felicidad con mis amigos? Tantas preguntas, pero tan pocas respuestas.
Por ahora lo único que tengo que hacer es depositar un poco de confianza en ellos. Me han tratado bien...bueno, unos más que otros. Puede que con el tiempo me pueda acostumbrar... ¿Y si eso nunca pasa? ¿Y si les caigo mal a todos?
Todo se estaba volviendo más oscuro todavía.
Comencé a llorar, creo que nunca he llorado tanto en mi vida. No soy de las típicas personas que expresen sus sentimientos, pero ahora mismo estaba muy frágil.

Creía que Mike se iba a reír de mi, creo que ahora mismo es la persona que más me ha visto llorar, o estar en un estado emocional lamentable. No fue así, no se río. Se levantó de la silla y me abrazó.

(Lesbian) Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora