[***1 AÑO DESPUÉS***]
Annabeth dejo caer su cuerpo contra la cama estaba tan cansada después de su ajetreado día.
Apenas había llegado una hora atrás a su departamento en Nueva Roma, ese que era su hogar desde hace 9 meses, los mismos meses que habían transcurrido desde que se había casado con Percy.
Escucho el sonido de las llaves en la puerta y después pasos en la sala.
Unos minutos después Percy entro en la habitación y sin decir alguna palabra fue directo hacia la cama y se hecho sobre ella.
—Hola Listilla —murmuró con cansancio.
—Hola —susurro con el mismo tono de cansancio—. ¿Qué tal tu día?
—Bien, pero estoy agotado —respondió recostado contra su abdomen— ¿Y a ti que tal te fue?
—Bien y también estoy agotada —dijo sonriendo al pensar en sus vidas.
Por las mañanas ambos iban a la Universidad mientras que por las tardes asistían a sus respectivos empleos y al llegar la tarde o la noche se veían, pero a veces estaban tan cansados que simplemente se quedaban dormidos sobre el otro.
Afortunadamente no todos los días era así. En sus días tranquilos solían ir por las tardes a dar pequeños paseos por la ciudad, tenían lindas citas, cocinaban juntos o veían alguna película vieja abrazados frente al televisor.
Ellos se quedaron abrazados en la cama por un rato hasta que Annabeth decidió levantarse.
—Tengo hambre —dijo al ponerse en pie—. Voy a preparar algo.
—Te ayudo —dijo Percy yendo tras ella.
Ambos llegaron a la cocina y comenzaron a sacar algunas cosas de la alacena.
—Por cierto, te traje esto Listilla —la llamo Percy con un paquete y una rosa azul en la mano.
—Gracias cariño —le respondió disfrutando del dulce aroma de la rosa—. ¿Qué es? —pregunto mirando el paquete.
—Ábrelo y lo verás.
Annabeth lo miro dudosa aun así destapo el paquete y se encontró con un de los libros de arquitectura que había estado deseando conseguir.
—Gracias Sesos de Alga —dijo abrazándolo.
—Sabía que morías por ese libro —comento sonriendo—, pero ahora vamos a cenar que me muero de hambre.
Después de cenar y conversar por un rato sobre su día, se ducharon y se fueron a la cama.
—¡Te Amoo! — le dijo exagerando el te amo.
—Yo... también... te amo —respondió contra sus labios, mientras acariciaba su suave cabello azabache.
Tan solo unos minutos atrás habían iniciado una ligera sesión de besos que poco a poco había aumentado de intensidad. Ellos continuaron con sus besos que cada vez estaban más cargados de deseos, sabían que a ese ritmo no podrían detenerse y terminarían haciendo el amor, pero que más daba si ya estaban casados, solos y enamorados.
Ambos se dejaron llevar por el amor saboreando sus labios, los de ella dulces y los de él salados.
Disfrutaron de las caricias que cada uno entregaba. Las de ella era cálidas y apasionadas mientras que las de él podían ser suaves como el oleaje tranquilo o fuertes como las poderosas olas en el mar.

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𝓡𝓞𝓢𝓐𝓢 𝓟𝓐𝓡𝓐 𝓐𝓝𝓝𝓐𝓑𝓔𝓣𝓗
Fiksi PenggemarA partir de una peculiar mañana Annabeth comienza a encontrar una rosa roja en su cama todos los días. ¿Quién será aquella misteriosa persona que le deja las rosas? ¿Qué pasara cuando Annabeth lo descubra? ¿Qué consecuencias tendrá en su vida a caus...