La Quinta Rosa Negra

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—¿Qué te parece si este fin de semana vamos al campamento Listilla? —sugirió Percy mientras secaba los platos que ella le pasaba.

—Ya habíamos quedado en eso, de verdad que si tienes algas en la cabeza —dijo dándole un ligero golpe-, no puedo creer que se te haya olvidado.

—¿De verdad ya lo habíamos planeado? —pregunto tratando de recordar la conversación.

—Si, fue hace unos días, aunque —se sonrojo— te lo dije antes de que lo hiciéramos y me dijiste que sí.

—Bueno ahora lo entiendo —sonrió—, cuando lo hacemos me olvido de todo menos de ti.

—Ya me estoy dando cuenta de eso, ya son muchas cosas que olvidas en los últimos días. Te estas haciendo viejo Sesos de Alga —dijo con burla.

—Si en esas estamos te recuerdo que tú eres mayor que yo.

—A caso estas insinuado que estoy vieja —dijo lanzándole espuma.

—Lo dijiste tú, no yo —expreso alzando sus manos en señal de rendición.

—Oh no —dijo antes de mojarlo.

—Es enserio Listilla, te atreves a atacar a un hijo de Poseidón con agua.

Annabeth observo ese brillo malicioso en sus ojos verde mar y entonces supo que estaba en problemas y antes de que pudiera reaccionar el grifo del agua estalló empapándola solo a ella.

Percy comenzó a reír al verla totalmente empapada.

—Ahora si te mato Perseus —dijo comenzando a correr tras él, pero al estar empapaba sus pasos se hacían lentos al resbalar—. Ven acá no huyas cobarde.

Percy y Annabeth estuvieron corriendo alrededor del apartamento durante al menos 15 minutos hasta que el piso mojado hizo de las suyas y Annabeth termino cayendo.

—¿Estas bien? —pregunto Percy mientras la ayudaba a levantarse.

—Si —tomo un cojín del mueble más cercano y comenzó a golpearlo con el—. Esto es por mojarme toda.

—¡Listilla! -dijo tratando de esquivar sus cojinasos—. Sabias que te ves muy linda cuando te enojas —dijo tratando de hacer que se le pasara el coraje.

—Sabias que me veo más linda dándote cojinasos —dijo lanzándole el cojín con todas sus fuerzas dando directo a la cabeza del azabache.

—Si sigues así vas a provocar que me enamore del cojín como Jason lo hizo de su ladrillo.

—Así que ahora me serás infiel con el cojín —dijo con burla— y yo que pensé que me engañabas con Jason. Si que ustedes dos son raros.

—En primera no soy raro -dijo acercándose a ella—, en segunda Jason no es mi tipo.

—Así que tienes un tipo y se puede saber ¿cuál es?

—Me gusta que tengan el cabello rubio —dijo tomando uno de sus rizos.

—Jason es rubio —replicó Annabeth riéndose de él—. Te gusta Jason —dijo fingiendo una cara de asombro—. Rompes mi corazón lo sabias.

—Demonios —susurró Percy al darse cuenta de que solo se había atrapado—. Para que sean mi tipo no solo deben tener el cabello rubio, también deben tener unos tormentosos ojos grises que me vuelva loco —dijo muy cerca de sus labios.

—Qué bueno que lo dices ahora entiendo ese afán tuyo de molestar a Malcom cada vez que puedes -lo abrazo del cuello—, pero te digo algo tú no eres el tipo de mi hermano.

—¡Dioses lo dices enserio! —dijo con falsa indignación mientras la tomaba de la cintura— y yo que pensaba divorciarme de ti para casarme con él.

—Eres un tonto —susurro Annabeth terminando su extraño juego.

—Pero soy tu tonto —le aseguro dándole un suave beso. 

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