La Decima Rosa Roja.

412 32 0
                                        

—Ahhg —gruño molesta— no puede ser que no deje ningún rastro, acaso es invisible.

—¿No has tenido ninguna otra pista además de las rosas? —pregunto Piper.

—No, he incluso les pregunte a mis hermanos si no han visto o notado algo raro, pero ellos aseguran no haber visto nada —suspiro— es como si aparecieran por arte de magia.

—Magia, eso es —dijo Piper esperanzada— tal vez podamos pedirle ayuda a mi madre ella debe saberlo ¿no crees?

—Tienes razón, aunque no se si quiera ayudarnos y si esto es solo uno de sus juegos para hacer mi vida más "interesante".

—Bueno, pero no perdemos nada con intentarlo.

[***Esa noche***]

Annabeth apago las luces de la cabaña cuando se disponía a ir a la cama entonces una pequeña luz rosa brillo ante ella.

—Lady Afrodita —murmuró con sorpresa al ver a la diosa frente a ella.

—Hola querida, un pajarito me contó que necesitas mi ayuda.

La hija de Atenea miro a sus hermanos dormidos.

—No te preocupes por ellos —dijo siguiendo su mirada— nunca sabrán que estuve aquí. Pero dime ¿para qué me necesitas? —pregunto sentándose sobre su cama.

Annabeth le contó a la diosa sobre las rosas y todo lo sucedidos en los últimos días.

—Mmm extraño, muy extraño —murmuró la diosa tocando sus labios—. No podría decirte con certeza quien es él responsable, pero si puedo asegurarte que yo no tengo nada que ver en esto. Amo demasiado la pareja que formas con Percy como para pensar en destruirla, si alguien desea que estén junto esa soy yo.

—Pero usted siente el amor y la atracción —dijo negándose a no obtener una respuesta—. No podría saber si hay alguien más interesado en mi además de Percy.

Afrodita la miro y rió como si estuviese viendo a un lindo cachorrito.

—Querida hay muchos más chicos interesados en ti además de Percy, realmente son muchos no sabría elegir al responsable.

Annabeth la miro incrédula.

—¿Por qué me miras así? —pregunto al ver su tormentosa mirada—. Te estoy diciendo la verdad. Porque no me crees, eres una chica muy hermosa, incluso cualquiera que no te conozca te confundiría fácilmente con alguna de mis hijas.

—¿De verdad lo dice enserio?

—Por supuesto cariño. Te digo un secreto —susurro acercándose a ella—, cuando naciste eras una monada —suspiro— y cuando llegaste al campamento estuve realmente tentada en adoptarte y reconocerte como hija mía, pero tu madre no me dejo —dijo haciendo un puchero.

Annabeth sonrió tímidamente al escuchar a la diosa.

—Aunque pensándolo bien si pudiste haber sido mi hija, estuve observando a tu padre un par de veces antes de que Atenea lo encontrará —rió con diversión recordando el pasado.

—¿Estabas interesada en mi papá?

—Si —confeso inspeccionando distraídamente las cosas de Annabeth—. ¿De donde estuviste esto? —dijo tomando una rosa roja.

—Es una de las rosas que han estado apareciendo, ¿por qué hay algo malo con ellas? —pregunto al ver la preocupación en el hermoso rostro de Afrodita.

—¡Sagrado sea mi hermoso espejo! —murmuró sorprendida—. Si las rosas que te han estado dejando son como estas entonces estas en un grave, gravísimo problema. 

𝓡𝓞𝓢𝓐𝓢 𝓟𝓐𝓡𝓐 𝓐𝓝𝓝𝓐𝓑𝓔𝓣𝓗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora