Los pétalos de una rosa marchita

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La guerra comenzó sin que nada pudiera evitarla.

Encarnizada y violenta provocando que poco a poco fuera tomando el mundo mortal debilitando el poder de la misma niebla.

Los mortales comenzaron a notar cada vez más la realidad.

Pero aun así hubo algunos que fieles a sus promesas se mantuvieron al margen de la guerra tan al margen como pudieron antes de también ser alcanzados por el fuego.

Ese fuego tan abrazador, el intenso fuego de la venganza, el rechazo y la misma pasión.

Es fuego que acabo con el amor tan grande que alguna vez existió hasta solo dejar a tras un corazón amargo y lleno de desolación.

[***8 años después***]

—Hasta derrumbar la última roca —grito con toda la ira que había en su amargo corazón—, quiero verlo derrumbado hasta la última piedra.

Sus ojos verdes observaron con ira y desprecio todo a su alrededor, mientras sus aun fieles seguidores lo acompañaban en la dura batalla hasta el final.

Él deseaba la venganza y ese era tal vez lo único que lo mantenía aún con vida o tal vez lo era la pequeña esperanza de encontrarla.

Una dolorosa esperanza que lo había acompañado por 3 años, 3 malditos años en los cuales lo intento todo. Y si es que el cielo y el infierno existían entonces ambos también era testigos de su intensa lucha por encontrarla, por salvarla... porque una vez él se lo había prometido.

Prometió que la mantendría a salvo y ahora ella ya no estaba.

Una maldita noche 3 años a tras ella había sido arrancada de sus brazos para jamás volver a verla, pero a pesar de la intensa lucha y los horribles fracasos aun tenía la esperanza de encontrarla, de volver a ver su sonrisa, aunque sea solo una vez más.

La vida le resultaba amarga y cruel, parecía que el destino se burlaba de él como si su único objetivo fuera arrebatarle todo lo que amaba.

En esos 8 años había perdido más de lo que hubiese podido soportar había perdido a todos esas personas que significaron algo especial en él, simples amistades y amor.

Al ver la fiereza de la batalla ante él no podía evitar recordar a todos a aquellos que había perdido, a quienes con todo su pesar había tenido que dejar ir. El primero en irse había sido su buen amigo Jason, quien se había mantenido a su lado y lo había apoyado hasta su último aliento aun en contra de su propio padre.

—Si escapas de tal atrocidad entonces él ya no es mi padre —le dijo con firmeza— tu eres parte de mi familia, y la verdadera familia siempre se protege.

Su partida le había dolido y parecía que el destino no creía que fuese suficiente pues poco tiempo después había perdido a su madre a toda su familia mortal en un terrible accidente causado por esa infernal guerra.

Y para terminar de acabar con él la había perdido a ella.

A quien más amo.

𝓡𝓞𝓢𝓐𝓢 𝓟𝓐𝓡𝓐 𝓐𝓝𝓝𝓐𝓑𝓔𝓣𝓗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora