...para mi único y...

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[***2 años después***]

Un nuevo asalto se dio esta vez directo al corazón del matrimonio real provocando que después de tantos años la mismísima reina de los dioses cayera prisionera bajo el bando enemigo.

—Podrán mantenerme cautiva, pero no me tendrán por siempre Zeus me sacara de aquí y a él jamás podrán vencerlo.

—¿Qué te hace estar tan segura de que él se arriesgaría por ti? —le pregunto Poseidón de brazos cruzados frente a la celda de bronce celestial.

—Porque es mi esposo y me ama

—respondido tranquilamente.

—Se nota que te ama demasiado —murmuró Percy con fastidio—. Pero no se supone que lo odiabas, por todas sus infidelidades, porque déjame decirte algo —se acercó a ella con complicidad— la infidelidad no es una forma de demostrar amor.

Los ojos de la diosa brillaron con ira al escuchar sus sarcásticas palabras.

—Para tu información no lo odio —sonrió al recordar algo— o por lo menos ya no lo hago desde que me dejo descargar toda mi ira contra ella.

—¿Ella? —pregunto— ¿de que estas hablando?

—Pero vamos no te hagas el tonto —sonrió— sabes perfectamente de quien estoy hablando o ya la olvidaste. Recuerdo que me dijiste que estabas dispuesto a lo que sea por protegerla que lástima que no hayas podido hacerlo.

—¿Tú sabes que hizo Zeus con ella? —pregunto con algo de esperanza a lo que la diosa asintió—. Dime ¿qué hicieron con ella? ¿dónde esta Annabeth?

—Si me sacas de aquí te lo diré.

Percy la observo tratando de saber si ella decía la verdad y sobre todo meditando sobre si debería pedir un juramento.

—Está bien lo haré, pero antes de que te deje salir jura que me dirás todo lo que sepas sobre el paradero de Annabeth.

—Muy bien... te juro por el río estigio que si me dejas salir de te diré todo lo que se sobre Annabeth —pronuncio mientras un trueno retumbo en la distancia sellando el juramento.

Percy abrió la puerta de la celda mientras Poseidón los dejaba solos.

—Ahora habla —exigió— ¿qué paso con Annabeth?

Hera sonrió amargura, pero aun así dejando ver toda su maldad.

—Cuando Zeus se la llevo él trato de convencerla de que fuese su amante le ofreció muchas, pero Annabeth se negó —explicó con voz sombría—. Entonces enfureció con ella y la encerró por algunos meses en los que me permitió desquitar mi furia contra Annabeth.

—Tú —murmuró tratando de no acabar con ella— ¿Qué fue lo que le hiciste?

—Nada malo —dijo— bueno tal vez la torture un poco, pero nada más. Un tiempo después Zeus volvió por ella trato de convencerla una vez más y ella volvió a negarse entonces él le dijo que si no era para él no sería para nadie y la asesino.

—¡No! Estas mintiendo —susurro dándole la espalda— Annabeth no puede estar muerta.

—Recuerda que mis palabras están bajo juramento, no te puedo mentir —aseguro—. Aunque la odiaba siempre admire su lealtad hacia su matrimonio. Es una verdadera pena que este muer... —jadeo interrumpiéndose mientras miraba la espada que atravesaba su abdomen—. ¿Qué haces? Prometiste...

—Te prometí que te dejaría salir se la celda, pero jamás que te dejaría ir y mucho menos después de lo que hiciste —exclamó cegado por el dolor—. Te juro que me encargaré personalmente de que sufras tanto como lo hizo ella. Voy a hacer de tu existencia un verdadero infierno y te prometo que preferirías estar en el tártaro que bajo mi poder.

—Tú no serias —apretó lo dientes con dolor— capaz de hacer eso.

—¿Quieres ver como si lo soy?

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