Las Rosas rojas son...

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Las rocas volaron por los cielos en una intensa explosión que casi lo cubrió por completo. Guerreros corrían por doquier mientras se escuchaba el estruendo de espadas al chocar y los lamentos dolorosos inundaban el ambiente.

Después de 15 largos años el final estaba cerca y todos podían sentirlo.

El cielo tronaba, la tierra temblaba y el agua reborboteba sin parar.

En el Olimpo una intensa batalla se libraba sin parar, ambos ejércitos luchaban sin descanso con la promesa de hacerlo hasta su último aliento si era necesario.

[***Horas después***]

La noche tiño el cielo de obscuridad y entonces la verdadera sensación de la caída y el vacío se hizo presente.

Unos pasos resonaron en dirección a la gran sala de los dioses entonces el mismísimo Zeus hizo su acto de presencia en aquel lugar llevándose la más grande sorpresa que pudiese imaginar.

─¿Annabeth? ─pregunto con demasiado asombro al ver a la rubia de espaldas frente a él─. No puedes estar aquí, tú estás muerta.

Ella giro lentamente al escuchar su voz revelando un rostro casi idéntico a aquel que tanto deseo y entonces tuvo que enfrentarse a unos fríos ojos azules que lo miraban con más odio de lo que nunca nadie lo había hecho.

─No eres Annabeth, pero te pareces tanto a ella ─dijo con alivio─ tú eres nuestra hija.

─Querrás decir la hija de Annabeth y Percy, porque él es el único padre que he tenido y a el único siempre voy a reconocer.

─Perseus no es tu padre, lo soy yo ─respondió con voz autoritaria al notar el desprecio en su voz─. Eres mi hija y tu deber es ayudarme a terminar esta guerra.

La joven sonrió con la misma sonrisa que alguna vez observó en el rostro de su madre.

─Y lo voy a hacer ─dio un par de pasos hasta él─, justo a eso vine. Me voy a encargar de que esta guerra termine hoy ─dijo sacando una espada muy parecida a contracorriente.

─¿A caso me estas desafiando?

─pregunto dudosos.

─Lo hago y por si no te queda claro lo diré con palabras para que lo entiendas. Voy a acabar contigo, vengaré a mi madre, a mi padre y a todos a quienes les has hecho daño con tus jodidas decisiones.

─Admiro tu valentía, sin duda eres hija mía ─hizo aparecer su rayo maestro─, pero no por eso pienses que tendré contemplaciones contigo. Me desafiaste y ahora pagaras las consecuencias por tal osadía.

Zeus levantó su rayo y sin previo aviso lanzo una fuerte descarga hacia la joven arrojándola por los aires con tal fuerza que impacto con una columna que se agrieto en el proceso.

Zeus sonrió al ver caer el cuerpo inerte de la joven contra el piso, pero su sonrisa duro tan solo un segundo al verla ponerse de pie sin ningún signo de haber recibido tal impacto de su rayo maestro.

─¡Patético! ─dijo con una sonrisa de superioridad─, pensé que el poder del Rey de los dioses era mejor que esto, pero ya veo que estoy equivocada ─sus ojos azules comenzaron a brillar con furia─. Ahora yo te voy a enseñar el verdadero poder de un dios.

Atenea alzo su espada hacia el cielo y entonces lanzo una potente descarga eléctrica lanzando al dios contra su propio trono dorado que se rompió en pedazos por la fuerza del impacto.

Él dios aturdido intento levantarse al verla caminar con pasos decididos hacia él.

─Eres una diosa ─murmuró incrédulo.

─Si ─sonrió─. Soy Atenea la que de la sabiduría desciende, destinada a la venganza contra quien la procreo ─sonrió─. Y estoy segura de que ya sabes de quien me voy a vengar o no es así... padre.

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