Rosas blancas...

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—¿Dónde ésta? —preguntó con el filo de su espada directo a su corazón.

—Acaso crees que puedes vencer a un dios, en verdad eres tan ingenuo para creer que puedes vencerme a mí —dijo con un brillo desafiante en sus ojos azules—. Al rey de los dioses.

—Ya estas prácticamente vencido Zeus, porque solo no te rindes —lo observo con frialdad—. La mayoría de tus aliados ya te traicionaron, dime cuanto crees que falte para que los demás también lo hagan.

—Soy el Rey del Olimpo, señor del cielo no necesito aliados para mantenerme en pie, ni tampoco tus estúpidos tratos —sonrió—. Por cierto ¿cómo está mi hija?

Percy sentía que la sangre hervida dentro de su ser había destruido todo a su paso llegando hasta él solo para poder enfrentarlo, para poder obligarlo a decir la verdad.

Esa verdad que su alma se consumía tanto por escuchar.

—Ella es mi hija no tuya. Pero no vine hasta aquí por ello. Dime ¿dónde está Annabeth? ¿qué hiciste con ella?

Zeus se rio con verdadera maldad al ver su desesperación.

—Nunca te lo voy a decir —dijo antes de desaparecer frente a él.

—No puedes irte, tienes que decírmelo —grito consumido por la rabia—. ¿Dónde está Annabeth? —murmuró al tiempo que una traicionera lágrima caí sobre el duro suelo.

[***]

—Tenemos que hacer algo —susurro con desesperación— tengo que recuperarla.

—Comprendo tu desesperación hijo, pero tienes que ser paciente.

—¡Paciente! —repitió con incredulidad—, no te parece que ya es sido demasiado paciente ¿cuántos años más tengo que esperar? —dijo—. Zeus no va a decirme nada y yo tengo que encontrarla ya ha pasado mucho tiempo y no sabemos que pueda estar haciendo con ella —dijo estremeciéndose tan solo de pensar en las posibilidades.

—¡Papá! Qué bueno que estas aquí —murmuró la joven azabache entrando al gran salón en el que Percy se encontraba reunido con su padre bajo el mar.

—Hola mi pequeña Listilla —la saludo levantándola en brazos como cuando era pequeña.

La niña lo abrazo fuertemente después de haber pasado meses sin verse.

—¿Has visto a Aty? —pregunto como siempre recordando a su hermana—. ¿Sabes algo de... mamá?

—Aty está bien no te preocupes por ella, Atenea esta con tu hermana en estos momentos —respondió Poseidón.

—¿Y mi mami? —pregunto mirando a los dos ojiverdes—. Extraño mucho a mi mamá.

—Yo también la extraño —respondió Percy abrazándola—. No sabemos nada de ella, pero te prometo que estoy haciendo todo para encontrarla.

Y la encontrare, aunque sea lo último que haga.   

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