Capítulo 5

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Pov. Mauro

Me terminé de vestir y miré al chico fijamente, que estaba por irse de la habitación. Lo tomé del brazo cuando estaba cruzando la puerta, haciendo que me mire, a lo que extendí mi mano.

El hizo una mueca, pero finalmente sacó su billetera y me pagó.

—Tremenda puta... —susurró, a lo que sonreí inocentemente, soltando su agarre al ya tener el dinero.

—Todo lo que quieras, pero me deseabas tanto que hasta pagaste. —acoté, y tras una nueva mueca, se fue.

Me puse a contar el dinero.

—No puedo creer que en serio sigas con esto... —murmuró una conocida voz a mi lado. Y al girarme, me encontré con Paulo a tan solo un metro de mí. Al parecer había salido del baño y nos vio.

—Bueno, créelo, ¿Qué querés que te diga? —respondí, guardando el dinero.

—Porque mierda seguís con esto si ya no necesitas el dinero. —espetó, mirándome fijamente y con molestia. Sino fuera Paulo, probablemente me lo cogería.

—Creo que no es de tu interés desde que dejaste de hablarme. —escupí con rencor, a lo que el rió, irónico.

—No puedo creerlo... No puedo creer que en serio te entregues por tan poco y que encima dejes que te traten de "puta", Mauro. —ahora, más que molestia, sus ojos estaban teñidos de decepción.

—Porque es lo que soy, Paulo —respondí con simpleza—. ¿No se le llama así a las personas que se entregan por dinero? —pregunté con diversión, a lo que él frunció el ceño.

—En serio quiero entender como mierda terminaste convirtiéndote en esto. —musitó.

—Pasó. Eso es lo que importa. —respondí con frialdad.

—Espero que en algún momento te des cuenta de en lo que te convertiste. —soltó con un suspiro, antes de esquivarme y bajar las escaleras.

Solté el aire que tenía reprimido, apoyándome contra una de las paredes.

Odiaba discutir con Paulo. Odiaba recibir esa mirada decepcionada. Prefería mil veces que me viera con odio que así.

Saqué el dinero, observándolo unos momentos. Fruncí el ceño.

Quería dejar de aceptar el sexo por dinero, pero simplemente no podía. Antes de darme cuenta, ya había aceptado la oferta.

Tiré el dinero por ahí. Seguro alguien lo iba a encontrar y se iba a poner contento.

Bajé las escaleras, pensando en que fumarme un porro estaría bastante bien.

—Lit... —Una conocida voz interrumpió mi flujo de pensamientos.

Me giré para ver a Matías. Lo notaba tranquilo.

—Mati, no estoy para discutir... —advertí.

—No quiero hacer eso, solo quiero arreglar las cosas y que me cuentes lo que no sé —me pidió con voz suave—. No me gusta sentir que desconozco a mi mejor amigo. —si tenía alguna duda sobre contarle, eso me hizo ceder.

—Bien, pero afuera, mientras fumamos un porro. —pedí, dirigiéndome hacia el patio, ignorando la sorpresa de Matías sobre el hecho de que fumo.

Los dos nos sentamos contra la pared de la casa, y Matías prendió un porro.

—¿Qué queres que te cuente? —pregunté, observándolo dar la primera calada.

—Todo —respondió—. Por qué empezaste con eso, cuando, por qué seguís... Todo lo que estés dispuesto a contarme. —finalizó, extendiéndome el porro y mirándome a los ojos.

Sus iris sobre mí me hicieron sentir diminuto.

Tomé el porro y le di una calada antes de empezar a responder.

—Empecé por mamá —conté, devolviéndole el porro bajo su atenta mirada—. Te había dicho que estaba enferma, pero no lo grave que era... —hice una mueca, mirando el pasto, húmedo por el rocío de la noche— Como papá nunca nos enviaba dinero, y si lo hacía no era mucho, además de no tener muchos ingresos por mes... Bueno, no podíamos pagar sus medicamentos. —explique.

Ignacio me escuchaba en silencio, prestándome la totalidad de su atención. Eso era extraño, tener la total atención de alguien, pero me gustaba.

—Primero traté de trabajar en algún lugar tipo, normal —hice una pequeña pausa—. Trabaje en un McDonalds por un tiempo. Pero no alcanzaba con las pocas horas que trabajaba, y mamá no me dejó dejar la secu —expliqué—. Se lo conté a Paulo en ese entonces, me daba un poco de vergüenza hablarte de eso... —admití— Y parece que se lo comentó a Mauro —inhalé y exhalé, sintiendo su intensa mirada sobre mí. No sabía que pensaba, y no estaba seguro de querer saber, así que solo me centré en narrar—. Entonces un día me llamó, y me citó en un hotel. Me llamó la atención, pero fui igual. Y bueno, cuando llegué, me dijo que sabía de mi situación, y el justo estaba empezando a hacerse famoso y eso, estaba empezando a ganar bastante dinero —sin verlo directamente, podía saber el ceño fruncido que tenía—. Me ofreció una buena cantidad por acostarme con él. Me negué. Pero aumentó la cantidad... Y era mucho, al menos para mi yo de ese momento, lo era, significaba demasiado —expliqué—. Terminé aceptando.

Lo miré unos momentos, analizando sus iris, buscando cual había sido su reacción ante lo que le conté, pero no pude descifrarlo, así que solo seguí después de darle una calada al porro.

—Pero el dinero no alcanzó. Me acosté otra vez con él al poco tiempo, aunque traté de negarme al principio —suspiré—. En algún momento me di cuenta de que no era tan malo, y me di cuenta, bueno, Mau me hizo darme cuenta, de que varios querían tenerme de esa forma. Entonces decidí sacar la ventaja de eso y empecé con el negocio, por decirlo de alguna forma —recosté mi espalda contra la pared—. Al final pude pagar los medicamentos, pero digamos que me volví ambicioso... Me di cuenta de que era dinero fácil. Dejé el trabajo en el McDonald y simplemente seguí con esto. Me podía comprar todo lo que quería y encima disfrutaba, al menos la mayoría de las veces —dije con cierta diversión—. Aunque, como habrás notado, no me acuesto por dinero con todos.

Nos quedamos un rato en silencio, él parecía estar procesando lo que escuchó.

Le di una nueva calada al porro.

Esperé, hasta que finalmente habló.

—¿Y por qué seguís haciéndolo por dinero? —preguntó, mirándome a los ojos.

Me sentí expuesto.

Quise mentir, decir que porque me gustaba, porque me excitaba, pero no pude.

—No lo sé... —respondí, haciendo una mueca y desviando mi mirada nuevamente al pasto.

Nos quedamos en silencio, pasándonos el porro.

Pese a la conversación que habíamos tenido, el silencio que había entre los dos era bastante cómodo. En otras circunstancias, seguro me habría recostado en su hombro.

—¿Por qué te peleaste con Paulo? —preguntó— Según tengo entendido, están peleados desde hace varios años...

Suspiré.

No era algo de lo que quisiera hablar.

Pero, aun así, iba a responder.

Había algo que me impedía mentirle a Matías.

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N/a: Y hasta acá el capítulo perrekes.

Quiero contarles que saqué una historia nueva llamada "Diario de investigación de Mauro Monzón" y es Truewosplikani. Tiene 2 actualizaciones diarias y me serviría que se den una pasada <3

El siguiente capítulo de esta lo saco mañana antes de la 1 a.m., así que espérenlo ;)

Y creo que no tengo nada más para decir.

Espero que les haya gustado el capítulo <3

Atte. Liam

S.L.U.T. [Litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora