Capítulo 9

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Pov. Mauro

Nos fuimos de la casa de Dani, caminando en un cómodo silencio hasta el auto de Mati, que estaba a tan solo una cuadra. El subió al lado del piloto y yo al de copiloto. Los dos nos colocamos los cinturones antes de arrancar.

En realidad no pensaba irme tan temprano, pero el hecho de que Valentín se fuera con Mateo, e Ignacio también se fuera, cambió las cosas. No quería quedarme allí con Duki y Paulo, no creía poder soportarlo.

Es cierto que había más gente, pero con ninguno era tan cercano como con Valu y Mati, además de que, claro, muchos estaban en pareja, no quería ser tercera rueda, y tampoco tenía muchas ganas de socializar.

-Valen no va a salir caminando bien de la casa de Dani. -bromeé, mirando el camino.

-No será Mateo, más bien. -preguntó Mati, mirándome de reojo con diversión.

-Mmh, creo que te estuviste haciendo una idea equivocada de esos dos. -dije con diversión.

-Soy capaz de apostar. -me aseguró, a lo que enarqué una ceja, mirándolo con diversión.

-Entonces apostemos. -propuse, acomodándome en el asiento.

-¿Que ganaría? -preguntó con diversión.

-Mmh, si yo gano, tengo derecho a ponerte un tweet o una historia.

-¿Y si yo gano?

-No va a pasar, tranquilo -bromeé-. No sé, elegí algo y yo te digo si es posible o no.

Se quedó pensando un rato, hasta que finalmente sus ojitos brillaron, como cada vez que se le ocurría algo. Mordí mi mejilla interna, tratando de no pensar en lo hermoso que se veía con esa expresión aniñada.

-Jugas conmigo al FIFA durante una tarde entera, sin quejas.

Bufé de solo pensar en ello, el FIFA me aburría horriblemente, y eso él lo sabía, pero por suerte sabía que iba a ganar.

-Bien, me parece un trato justo -cedí-. Especialmente porque voy a ganar yo.

-Cuidado, no se te vaya a dar vuelta la tortilla.

-Diría el Truenito.

Ambos reímos y seguimos el camino entre bromas y recuerdos que llegaban a nuestra cabeza. Íbamos tan entretenidos charlando que algunas veces Mati se pasó de calles, lo que me permitió burlarme durante un buen rato de él.

Finalmente llegamos a mi edificio, donde había empezado a vivir ya habiendo cumplido la mayoría de edad, siendo un lugar que me quedaba más cerca del hospital donde tienen internada a mamá.

-Gracias por traerme, Mati -sonreí, mirándolo, recibiendo el mismo gesto de su parte-. Y perdón por retrasarte... -agregué.

-No es nada, Lit, además me quedaba cerca, ya sabes...

Nos quedamos en silencio, un silencio extraño.

No sabía qué hacer.

Me quedé mirando fijamente la gaveta del auto, buscando en mi cabeza aquello que me estaba impidiendo bajar.

Me mordí el labio inferior. Ya me había despedido hace un buen rato, y aún así ahí seguía, sin moverme, sentado en el asiento del copiloto, con mis manos sudando y mi corazón latiendo agitado por razones que desconocía.

Tampoco Ignacio me decía nada, parecía perdido en su propio mundo, y no quería interrumpirlo.

Me di cuenta que, en realidad, no me quería bajar del auto, quería seguir hablando y riendo con Mati como hace tiempo que no lo hacíamos, quería invitarlo a mi casa para que jugáramos a la play y nos divirtiéramos como antes, pero recordaba bien que tenía cosas que hacer bastante temprano.

S.L.U.T. [Litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora