Extra IV

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Pov. Paulo

No encontraba a Lit por ninguna parte.

Según me había dicho Ignacio, Mau había subido al baño a lavarse la cara, pero el baño estaba vacío. Decidí arriesgarme a fichar las habitaciones, rezando para no encontrar a nadie cogiendo.

Pero, por suerte, la primera pieza que abrí era donde Lit se encontraba.

La parte mala era que llegué a ver a Duki ofreciéndole una enorme cantidad de dinero a Lit.

―Todo esto, por una última vez. ―propuso Lombardo formando una sonrisa en su rostro ya que, aparentemente, Lit estaba cediendo.

Monzón alzó el rostro y lo siguiente que pasó fue que Duki lo estaba acorralando contra una pared. Una de sus manos sujetó el cuello de Monzón para, acto seguido, besarlo, siendo correspondido por el platinado tras unos pocos segundos.

Lit parecía no poder negarse, pero sabía que quería hacerlo.

Me había explicado su problema cuando le ofrecían dinero, y ahora estaba en algo con Matías.

―Lit, ¿Estás acá? ―ingresé a la habitación, fingiendo no haber visto nada― Uh... ¿Interrumpo? ―cuestioné.

Lombardo me miró de mala manera y Lit, en cambio, parecía agradecido.

―Si.

―No ―respondió el platinado al mismo tiempo, zafándose del agarre del rubio, que parecía estar conteniéndose para no soltar mil maldiciones diferentes―. ¿Qué pasa?

―Ignacio te está buscando. ―mentí, pero no pareció importarle.

―Ahí voy, los veo después. ―se despidió de forma rápida antes de irse prácticamente corriendo de la habitación.

Mauro me miró con molestia, y cuando avanzó para poder esquivarme e irse, le corté el camino, recibiendo una mirada entre curiosa y molesta de su parte.

Antes de que preguntara, hable.

―Dejalo en paz.

Alzó ambas cejas, como sino creyera lo que escuchaba.

―¿Por qué lo haría?

―Porque quiere empezar una relación seria y por culpa tuya y de tu dinero de mierda no puede. ―solté, mirándolo fijamente. Aunque en realidad me sentía algo intimidado, no pensaba flaquear.

―¿Y a mi eso que carajo me importa? ―soltó, frunciendo el ceño― Si él acepta es cosa suya.

―Sabes que no puede no aceptarlo, y lo culpable que se siente después. ―espeté.

Mantuvimos nuestra mirada fija en el otro, sin ceder ninguno de los dos.

Y de repente, me tenía estampado contra una pared, con una mano presionando mi cuello, y con sus labios besando los míos.

Ni siquiera pensé en el momento de corresponder, dejándome llevar por esos labios que ya había probado más de una vez, pero que disfrutaba como la primera.

Tenía sabor a porro y alcohol, tal vez por ello eran tan adictivos.

Mis manos subieron a sus hombros, pero el tomó ambas, sujetándolas contra la pared, a los lados de mi cabeza.

Sus dientes mordieron mi labio inferior, sacándome un suave jadeo. Él aprovechó aquello para ingresar su lengua a mi boca, recorriendo toda la zona, danzando con la mía en un ritmo marcado completamente por él y que yo a duras penas podía seguir.

S.L.U.T. [Litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora