¿Soy un experimento?

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Despierto por los rayos del sol que chocan contra mi cara, me remuevo y mis huesos truenan, estaba un poco adolorida, dormir aquí había sido demasiado incómodo. Me levanto torpemente, no sé qué hora es, pero a estas alturas ya deben estar buscándome por todos lados.

Me coloco la capucha del suéter de manera que esconda mi rostro y empiezo a caminar sin rumbo alguno. Trago y mi garganta duele, remojo mis labios y me lastimo, los toco, están agrietados, ¿cuánto tiempo estuve dormida?

Debía buscar una manera de comunicarme con Iker o con Luka, ellos son los únicos que me pueden ayudar justo ahora.

"¿Te sientes bien?," me pregunta un chico al verme recostada en la pared.

Mi cuerpo estaba exhausto, no podía seguir caminando, tenía hambre.

"Debo... ir a un lugar," dije con las pocas fuerzas que me quedaban.

"Mi auto está cerca, ¿quieres que te lleve?," asiento.

Como pude le di la única dirección que recordaba en estos momentos: la de Luka. El chico me miraba de reojo de vez en cuando, yo estaba concentrada en el dolor punzante de mis pies, estoy casi segura de que me salieron ampollas.

Vi el enorme portón de la casa de Luka.

"¿Me regalas una llamada?," le pregunté al chico y el asintió.

Llamé al pelirrojo, recordaba su número perfectamente. Cuando le dije que estaba frente a su casa soltó un chillido y cortó la llamada, en pocos segundos ya se encontraba tocando el vidrio del auto. Le agradecimos agradeció al chico y luego nos subimos a su auto, Luka dijo que no era seguro quedarnos en su casa, la mejor opción era ir con Iker.

Llegamos a la casa del antes mencionado, durante el trayecto mi amigo estaba muy inquieto y envió varios textos. Luka tocó el timbre y en tiempo récord el rostro de Iker apareció frente a nosotros.

"Pasen," ordenó.

Entramos a la sala y luego nos dirigimos a las escaleras para subirlas, Luka sujetaba mi mano fuertemente mientras tanto. Entramos a la última habitación de la casa, parecía no haberse usado nunca, no porque esté sucia, simplemente lo deducia.

"¿Qué es lo que pasa?," pregunté porque ninguno había dicho nada hasta ahora.

Iker talla su cara y Luka habla.

"Una semana Alessa, una semana sin saber de ti y apareces en ese estado," me señala.

La ropa que llevaba puesta evidentemente no era mía, me quedaba demasiado grande. Y mis pies descalzos demostraban que las cosas se habían salido de control.

"¿Dónde estabas? ¿qué fue lo que pasó?," preguntó esta vez Iker.

Lo miro arqueando una ceja.
"Tú debes saberlo, me dijiste que saliera de allí."

"¡Claro! Pero eso fue porque no podía leer lo que pensabas, era como si una barrera estuviera en medio."

"¡Dios mío, Alessa! Habla por favor, ¿qué te hicieron?," gruñe Luka.

"No lo sé, se supone que sólo iban a realizarme chequeos, pero entonces todo fue raro y doloroso. Y ¿una semana? Apenas desperté ayer."

"Lo volvieron a hacer," soltó Iker.

"¿Volvieron a hacer qué?," preguntó el pelirrojo.

"¡No puedo decirlo! Ya saben que me haría daño. ¿Recuerdas la carpeta de la que habló Greta?," asiento. "Hay que encontrarla."

"Puedo volver a casa y negarme volver a realizarme chequeos."

"No, ya no puedes volver a casa. Ellos te van a obligar a ir si no lo haces por tu voluntad. Ustedes no se imaginan lo grande que es todo esto, en tu casa estás en peligro."