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Greta se encontraba frente a mí con una taza de té entre sus manos, tenía los ojos rojos e inchados de tanto llorar, sus mejillas estaban sonrojadas por lo mismo. Luka caminaba de un lado a otro, pasaba sus manos una y otra vez por su cabello rojizo.

"No puedes quedarte aquí, Alfred vendrá a buscarte," me dice.

"¿Y a dónde se supone que la llevaremos?," pregunta Greta.

"¿Tu papá no tiene otras propiedades?"

Ella tragó grueso al escuchar la mención de su padre.

"Tiene muchas, pero ninguna es recomendable. Alfred investigará cuáles son e irá a buscar a Alessa en cada una."

"Mi mente está en blanco," gruñe mi amigo.

"Es mejor que se calmen," digo. "Podemos estar en tu coche dando vueltas mientras pensamos algo. ¿Has sabido algo de Itzan?"

"No, ese chico me odia. Jamás se comunicaría conmigo."

Salimos de la casa de mi amigo, nos subimos en su auto y él empezó a conducir sin rumbo alguno. El cielo estaba nublado, la temporada de lluvia había llegado, escuché a Luka decirlo. El susodicho recibió una llamada, no pude fijarme mucho en sus expresiones porque iba en la parte trasera, finalizó con un 'voy en camino' y aceleró. Duramos como unos treinta minutos hasta detenernos frente a un edificio de no se cuantos pisos.

Hotel Ed Blosson.

¿Hotel?

El pelirrojo baja del coche, lo rodea y nos abre la puerta a Greta y a mí. Ella escruta el lugar y luego mira a mi amigo.

"¿Qué hacemos aquí, Luka?"

"Tu padre me pidió que las trajera," respondió.

"¿Qué?"

"Vamos dentro, él nos explicará."

Yo no hice ninguna pregunta, me limité a seguir a Luka. El hotel era lujuso, no esperaba menos, a los tipos como Iker les gusta siempre lo mejor. Subimos al ascensor luego de decirle a la recepcionista a quién veríamos y ella llamara para asegurarse.

Puerta 32. De allí se asomó el rostro de Iker con una sonrisa dibujada en su rostro, sus penetrantes ojos azules se posaron en su hija quien tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Greta corrió hacia él, lo abrazó con fuerza y sollozó.

"Pensé que te había perdido," dijo apenas se separó de él.

Iker nos echa un vistazo al pelirrojo y a mí para luego volver a fijarse en su hija.

"Pasen y les contaré todo lo que sucedió."

Su rostro se volvió serio, podía deducir que estaba molesto por lo que ocurrió.

El lugar donde se hospedaba era hermoso y pulcro, ya se podrán imaginar, después de ver el recibidor, no esperaba menos de este lugar. Nos sentamos en los grandes sofás rojos de la pequeña sala, Iker nos sirvió chocolate caliente en una taza para luego sentarse frente a nosotros.

"¿Dónde está el imbécil de Itzan?," preguntó Greta. Se escuchaba molesta.

Iker suspira.
"Alfred lo atrapó."

"No entiendo nada papá. ¿Qué tal si nos cuentas la historia desde el principio?"

"Itzan descubrió donde estaban ustedes," comenzó, "es un chico demasiado inteligente para esas cosas, conoce cada una de mis propiedades. Alfred tenía hombres siguiendolo, lo atraparon, le hicieron creer que las tenían a ustedes y lo amenazaron con 'matarlas'. Allí si no fue nada inteligente," suspiró. "Le dijeron que las soltarían si colocaba varios explosivos por toda la casa, que los harían funcionar cuando yo no estuviera dentro, lo que él no sabía era que aún no habían ido por ustedes. Cuando volvió con ellos, con el trabajo ya hecho, lo retuvieron y le dijeron que todo fue una mentira. Lo golpearon y al final los explosivos fueron activados y lo último que Alfred dijo a través de la llamada donde me contó todo es que ya varios hombres iban por ustedes."

¿Soy un experimento? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora