16 | Lo vi salir.

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Capítulo 16: Lo vi salir.

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Harriet Fitcher

Por primera vez estaba lo suficientemente cerca de él para ver a la perfección sus ojos, pero la perra de la electricidad se tuvo que haber ido, aunque pensándolo bien si ella no se hubiese ido no estaría de esta forma con él.

—Mi teléfono no está apagado —comentó. Y sentí su pecho vibrar al hablar.

—¿Y por qué no lo encendiste? —pregunté curiosa.

—Porque de ser así no hubieses venido pegada a mi —juro que quise sonreír, pero sus palabras solo me dejaron un sabor amargo.

—Ya —fue lo único que dije. Eso se había escuchado sarcástico, por lo que no dudé de que él dijese algo más.

—¿Por qué lo dudas? Sé que recuerdas perfectamente que dije que me gustabas —me recordó.

—Ya y por eso no me quisiste besar —ataqué.

—Pensé que aún eras menor de edad —susurró.

—¿Cómo crees que entré al puto club? —dije algo exasperada.

Pero aún así sus manos no dejaron de trazar pequeños circulo en mi espalda.

—Neferit —dijo simplemente y le creí. Porque él tanto como yo sabía que Neferit no se detenía hasta conseguir lo que quería. 

—Entiendo —hice una pausa por unos segundos —¿Y por qué no me besas ahora? —susurré con la esperanza de que lo hiciera.

—Porque cuando lo haga quiero recordar cada detalle y con esta oscuridad dudo que pueda ver como te sonrojas —inevitablemente sonreí, era obvio que yo me sonrojaría.

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Habían pasado ya unas horas en las que Sergey se había quedado dormido, estaba segura de que eran alrededor de las 12 de la noche pero yo seguía sin poder pegar un ojo. Minutos después todo el lugar se iluminó dejando saber que la electricidad había vuelto. Con cuidado salí de entre sus brazos y bajé de la cama para acercarme al interruptor y apagar la luz de la habitación. Gracias a la poca luz que entraba por la puerta observé su rostro calmado y su respiración lenta, no pude evitar sentir un vuelco en mi pecho y una sonrisa triste abandonó mis labios.

Salí de la habitación dejando la puerta cerrada detrás de mi. Con cautela fui hasta el interruptor del pasillo y apagué la luz. Continué hasta la sala y apagué todo dejando solo las luces de las lamparitas encendidas dando una iluminación tenue al lugar, aunque con el fulgor de la ciudad que entraba por las ventanas era más que suficiente. 

Lentamente me acerqué hasta el ventanal y me senté en el suelo viendo como la tormenta había pasado, aunque aún seguían cayendo pequeñas gotas del cielo. Llevé mis piernas hasta mi pecho y coloqué mi mejilla en mis rodillas para observar lo poco que me permitían ver las gotas de agua. Algunas luces se movían a lo lejos y supuse que eran autos que se habían quedado barrados por la lluvia y retomaban su curso una vez más.

Una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla mientras recordaba sus brazos alrededor de mi, reconfortándome, reparándome. Pero los brazos de otro eran más potentes que ese último recuerdo y eran los de Darius aferrándose a mi para evitar que escapara, lo había hecho tantas veces ya, que había perdido la cuenta, pero eso no quitaba que cada vez que lo hacía se sentía cada vez peor. Porque entraba en un estado donde creía que mientras más pasara el tiempo, más fea la cosa se iba a poner. 

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