1 | La menos querida.

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Capítulo 1: La menos querida.


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Harriet Fitcher

Despacio abrí la puerta de casa y entré sigilosamente procurando no hacer ningún tipo de ruido que alertara de mi presencia tardía. Había llegado media hora tarde a casa y la verdad es que tenía miedo de cómo me podría ir si alguno de mis hermanos se daba cuenta de ello.

Al entrar al recibidor cerré la puerta despacio, luego me escondí detrás de la pared y miré hacia la sala para ver si había alguien. Nadie. Suspiré con alivio y corrí hasta las escaleras, las subí de dos en dos y al ver el pasillo totalmente desolado seguí con mi carrera hasta la última habitación que era la mía, abrí la puerta deprisa y la cerré con cuidado. Miré la madera oscura de la puerta con una sonrisa, pues había logrado llegar ilesa a mi habitación y eso en verdad era una gran hazaña.

Entonces dejé la mochila en el suelo, pero cuando me volteé decidida a darme una ducha toda la alegría que tenía se esfumó por completo dando paso al miedo.

—¿Por qué llegaste tarde? —preguntó sin ningún tipo de rodeos.

—Yo... tuve que pasar por la biblioteca a buscar unos libros —respondí sincera.

Ella se acomodó más en mi cama y hecho su cabello rubio fuera de sus hombros.

—No te creo. Le diré a Darius —mi cuerpo tembló de miedo.

—No, Neferit, te lo juro, estaba en la biblioteca —corrí hacia mi mochila y saqué los libros que había buscado —son de ciencias, sabes que papa no me deja usar el Internet y tengo que buscar libros para hacer la tarea de investigación —mis ojos lentamente se fueron humedeciendo, tenía miedo de que ella le dijera a Darius.

—Te voy a creer, pero a la próxima me dices a dónde vas antes de salir del instituto y así puedo acompañarte o al menos cubrirte —sonreí con alegría.

—Gracias, y te lo juro, no fui a ningún otro lado —ella asintió con una sonrisa, pero luego su rostro paso a ser el mismo de antes; frío y sin ningún tipo de expresión.

—Recuerda que debes tener la comida de papa y Darius hecha antes de que lleguen y llevas media hora de retraso, suerte con eso —lo último lo dijo en tono burlón. Luego salió de mi habitación.

Había olvidado por completo eso, dejé los libros en la cama y corrí fuera de mi habitación, luego por el pasillo y después escaleras abajo, pasé de largo por la sala hasta adentrarme en la cocina. Estaba totalmente impoluta, como la había dejado esta mañana. Con algo de prisa busqué en el refrigerador algo fácil para cocinar. Agradecí al cielo por haberme hecho guardar restos de comida, solo debería cambiar el modo en el que estaban preparados y camuflarlas por comida recién hecha.

Tome la pechuga a la plancha que había quedado de ayer y el arroz. Encendí la estufa y coloqué dos sartenes y en uno coloqué el arroz, luego vertí sobre él colorante para comidas amarillo y maíz en lata con un poco de agua, lo moví para luego taparlo, procedí a echar aceite en el otro y vegetales que estaban precocidos, lo hago así porque me facilita las cosas cuando estoy algo rápido. Partí la pechuga en trocitos y la vertí en el sartén, la moví y luego tape. Suspiré aliviada, la comida estaría lista en menos de diez minutos.

Serví todo en dos platos de forma linda y limpia, luego pasé al comedor y puse dos puestos en la mesa con sus respectivos utensilios, luego caminé otra vez a la cocina y me senté en el asiento con la cabeza entre mis brazos cruzados. Estaba tan cansada, anoche me había dormido bastante tarde por culpa de Darius, entonces me tuve que levantar bastante temprano para lograr preparar el desayuno antes de que todos se levantaran y dejar la cocina limpia antes de irme a la escuela y para colmo tuve que correr hacia la escuela por que llegaba tarde y todos mis hermanos se habían ido en sus bonitos coches en los que yo no podía poner un solo pie por que los infestaría con mis piojos, según ellos.

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