24 | La hora del diablo.

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Capítulo 24: La hora del diablo.

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Harriet Fitcher

Estaba segura de que ya era de madrugada y eso solo me hizo darme cuenta de que Lia no vendría, de seguro a estas horas ya estarían todas dormidas.

Cuando el frío comenzó a calar hondo en mi escuché la puerta ser abierta. Por ella entró Lia con su piyama y sosteniendo una lámpara de gas entre sus manos al igual que una llave en la otra.

—Andando, solo falta media hora para que las hermanas empiecen la siguiente ronda - rápidamente me puse de pie sonriendo —no vine antes porque las hermanas se darían cuenta de que yo te ayudé a escapar, de esta forma se darán cuanta de que yo no fui, pues según ellas yo no he bajado —ella iba delante de mi alumbrando todo el lugar.

Mis zapatos repiqueteaban al chocarlos con el concreto del piso, pero como estaba lejos de la puerta eso no importó.

Rápidamente nos adentramos al final de los calabozos donde las celdas se veían más terroríficas y el silencio era más ensordecedor.

Lia se detuvo frente a una pared y rápidamente iluminó el suelo hasta encontrar aquel bloque de concreto.

—Toma —me tendió la lampara y la tomé entre mis manos mientras observaba su rostro —mueve el bloque y en cuento bajes ve hacia la derecha, pero tienes que estar mirando hacia el frente cuando decidas ir por tu derecha —me señaló la pared indicando la posición —vas a caminar hasta encontrar dos desvíos, ve hacia la derecha otra vez, si sigues de largo iras a la pileta y lo más probable es que te ahogues —recuerda, siempre a la derecha, Harriet —asentí entendiendo. En cuanto vayas por ahí verás la tapa, pues es de rejas y hoy la luna está llena. Agnes y yo lanzamos tu mochila cerca de la tapa, la buscas y luego corres como si tu maldita vida dependiera de ello —quise sorprenderme por sus palabras, pero el momento no lo ameritaba.

—Bien, recuerdo el río y como salir, el camino no se me ha olvidado —ella asintió para luego abrazarme fuertemente.

—Has que esto no sea en vano y que las hermanas no se vean invencibles y por favor, recuerda lo que te dijo Agnes acerca de Darius. Te quiero, bonita y recuerda cogerte duro a Michael por mi y por Agnes, ahora lárgate —dicho esto me soltó y corrió por todo el corredor, en cuanto se adentró en la oscuridad su silueta despareció antes mis ojos.

Me tiré al piso dejando la lámpara a un lado, luego comencé a empujar el bloque de concreto para observar una pequeña abertura, sin pensar en lo que me podría encontrar ahí tomé la lamparita y me arrojé percibiendo el olor a mierda que provenía del agujero. Sin detenerme a sopesarlo corrí por todo el agujero encorvada mientras sentía como aquella agua que corría levemente mojaba todos mis pies.

Después de unos minutos encontré los caminos de los que hablaba Lia y sin meditarlo mucho tomé el de la derecha y de inmediato vi la escasa luz que entraba. Cuando estuve debajo comencé a intentar levantar la tapa de metal, pero esta no cedía, pasaron los minutos yo intentando fervientemente que esta cediera, las lágrimas salían sin control pensando que esta estaba sellada.

Lancé la lampara lejos de mi y en cuanto escuché como esta se hacía pedazos empujé la tapa de metal con todas mis malditas fuerzas y en cuento sentí que un grito escaparía de lo más profundo de mi garganta mordí mis labios y sentí la sangre escapar de ellos al estar tan maltratados.

—Si —solté con emoción cuando esta terminó por abrirse, pero algo de tierra bajó por una de las orillas cayendo en mi ojo.

Rápidamente me restregué los ojos intentando que la tierra saliera, perdí minutos valiosos recomponiéndome, pero en cuanto lo logré tomé los bordes y me impulse hacia afuera.

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