Morticia

27 | No me mientas.

Capítulo 27: No me mientas.

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Harriet Fitcher

Dos meses, dos putos meses habían pasado después de aquel día en que Sergey Michael me hizo suya y terminó pidiéndome que fuese su novia, era simplemente increíble que había pasado tanto tiempo después de aquel día.

Mi vida había ido casi igual que siempre. Pasó noviembre y el final de semestre llegó trayendo con ella la navidad, Michael se fue a Rusia con su hermana durante todo el mes de vacaciones para pasar las festividades con su familia mientras que yo me había quedado en casa.

Por primera vez no me afectó haber comido en mi habitación, por lo menos no había tenido que preparar la cena, pues Neferit se había encargado de pedir un buffet. La casa fue la cede de una pequeña fiesta entre los amigos de mi padre mientras yo me atragantaba con helado mientras hablaba con Michael por video llamada, según él porque, aunque estuviese lejos no me dejaría sola ni, aunque quisiera.

Luego de navidad y año nuevo regresé a clases en donde me encontré con un Mich más claro de lo que se había ido. Definitivamente Estados Unidos le sentaba mejor, pues su piel en Rusia se volvía más clara.

Recordé con una sonrisa el día en que lo vi después de ese mes, literalmente me quedé en su casa por dos días, más en su habitación que en otro lugar.

Definitivamente el mundo estaba lleno de personas tanto buenas como malas, pues con Mich disfrutaba del sexo de todas las formas posibles, él solo tenía que tocarme en algún lugar para yo sentir un fuego ardiente que me abrasaba por completo, pero, así como me hacia el amor de forma salvaje me cuidaba como si fuese una muñeca de porcelana.

Lo quería de formas que nunca pensé que podría.

Aunque mi vida definitivamente había cambiado para bien en muchos aspectos; mi tormento eterno seguía vigente, pues, aunque Darius abusó varias veces de mi durante las festividades no había logrado lo que yo quería.

Si, tenía material suficiente con el que encerrarlo en la cárcel, pero yo quería algo más contundente que eso, quería una declaración hablada de su parte y aun no la había obtenido.

Con un suspiro me lancé en mi cama recordando el día de año nuevo, me había golpeado una y otra vez cuando le había mencionado la primera vez que lo hizo intentado hacer que hablara, pero no lo hizo. Me amarró las manos a mis espaldas y me amordazó evitando que algún grito saliera de mis labios.

Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, por suerte cuando Sergey volvió ya las marcas habían desaparecido.

Restregué mis ojos al darme cuenta de que ya eran las cuatro de la tarde. Era el primer sábado de febrero y había quedado de verme con Sergey en su departamento, por lo que me levanté de la cama y tomé mi bolso ya listo para salir de la habitación. Cerré la puerta detrás de mi y recorrí el pasillo hasta las escaleras, pero antes de bajarlas su voz me detuvo.

—Vas con él —afirmó. Me di la vuelta lentamente para observarlo tan solo con unos pantalones —haré que se detenga —sonrió.

—Lo que tienes que hacer es dejarme es paz —él sonrió.

—Nunca has entendido que serás solo mía, yo te amo y no pienso dejar que cualquier imbécil venga a quitarme lo que es mío.

Yo negué lentamente mientras me daba la vuelta y descendía las escaleras de dos en dos. Luego salí de la casa y tomé un taxi en la primera avenida que me llevó directo al departamento de Mich.