26 | Eres preciosa.

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Capítulo 26: Eres preciosa.

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Harriet Fitcher

Me encontraba en el estacionamiento en espera de Michael con los lentes de sol que había comprado, eran unas Rayban de color negro que me quedaban muy lindas.

Entre la multitud de estudiantes observé a Jazmín salir corriendo hacia mí, una sonrisa surcaba su rostro.

—Pensaba enviarte tu tarea con tus hermanos, pero te vi aquí y pues vine a dártela —ella me observó de arriba hasta abajo y sonrió —no te ves para nada religiosa —yo reí junto a ella mientras me tendía una hoja con ciertas anotaciones —páginas claves y algunas cosas de importancia —explicó.

Yo la tomé entre mis manos para luego darle un fuerte abrazo.

—Una tarde de estas deberíamos salir juntas —sus ojos brillaron con emoción.

—Claro que sí, cuando tú quieras —antes de poderle responder sentí como un cuerpo me tomaba entre sus brazos y me abrazaba fuerte.

Con una sonrisa que no pude evitar le devolví el abrazo intentando no estrujar la hoja. En cuanto pegué mi frente de su pecho aspiré su aroma tan relajante y un suspiro escapó de mis labios.

Su cuerpo se separó lentamente del mío y yo observé su enorme sonrisa antes de que sus labios se estrellaran con los míos. El beso que me daba era salvaje y tontamente intente seguirle el ritmo.

Cuanto sentí que ya no podía más me separé lentamente de él y respiré profundo intentando recuperar el aliento faltante.

—No sabes cuánto te extrañé —una de sus manos seguía en mi espalda baja, pero la otra estaba acariciando mi mejilla y parte de mi cabello.

—Yo también te extrañe mucho.

Lentamente me fui separando de él intentado ignorar las miradas que estaba recibiendo. Jazmín estaba con la boca abierta y yo no podía estar más avergonzada. Joder, me habían comido toda la boca frente a un montón de personas.

—Bueno Jazmín, gracias, enserio —le di otro abrazo y ella le restó importancia al asunto.

—Nos vemos mañana —luego se dio la vuelta y se encaminó hasta el otro lado del estacionamiento.

—¿Te vas a casa? —cuestionó. Yo negué y su sonrisa creció un poco más.

Tomó mi mano y comenzó a caminar hacia su auto, a lo lejos pude a ver a Eros mirarme, sin embargo, pasé de él y me adentré en el auto de Michael en cuanto abrió la puerta para mí.

En cuanto entró al auto lo encendió y salió del estacionamiento.

—¿Tienes hambre? —yo negué levemente mientras lo observaba conducir.

Una sonrisa escapó de sus labios.

—Puedes tomar una foto —reí levemente y tomé mi teléfono para hacer la foto.

—Una más a mi colección —solté.

—Aquella vez que te lo dije no esperaba que la fueras a tomar —yo sonreí.

—Tengo más ovarios de los que pensabas —el asintió.

—Sin duda alguna.

El trayecto a su casa fue muy corto en el que solo hablamos cosas superficiales, pero cuando el auto aparcó en el estacionamiento y nos subimos al ascensor pude sentir como el ambiente cambió a algo diferente, él tenía preguntas y yo estaba dispuesta a responder las que pudiera.

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