2 | Feliz cumpleaños.

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Capítulo 2: Feliz cumpleaños.


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Harriet Fitcher

—Feliz cumpleaños a mi —susurré con algo de tristeza.

Me levanté de la cama con cuidado y caminé con paso perezoso hasta el baño. Eran apenas las seis de la mañana, por lo que tenía tiempo de sobra para bañarme y vestirme antes de que alguien se levantara. Así lo hice y minutos después frente a mi closet decidí ponerme unos jeans azules ajustados de tiro alto, un top verde oscuro que llegaba hasta donde iniciaba el pantalón y unas converses del mismo color. Tomé mi chaqueta negra y me la coloqué, amarré mi cabello castaño en una coleta y tomé mi mochila con tan solo el rollo de dinero que me había obsequiado ayer mi papá.

Rocié perfume y me coloqué desodorante, me puse un par de brazaletes en mi mano y salí de mi habitación dispuesta a no ir a la escuela, era el único día de mi vida en el que me habían dado permiso para salir a mi antojo y no lo desaprovecharía.

Bajé las escaleras rápidamente y al pasar por la sala sentí como mi cuerpo chocaba con un torso totalmente desnudo y fornido.

Darius.

—Solo te diré una cosa —miré hacia sus dos glaciales azules.

—Escucho —dije bajito.

—Cero chicos —asentí.

—No dejaré que ningún hombre me toque, lo juro —él miro detenidamente mi cuerpo haciéndome incomodar —¿Ya me puedo ir? —él asintió sin retirar su escrutinio.

Pasé junto a él para luego correr hacia la entrada, el frío aire de la mañana golpeó mi rostro. Suspiré profundo recuperando la tranquilidad que tenía al levantarme y luego empecé a caminar por las calles que aún se encontraban desoladas.

Calculaba que eran más o menos las seis y treinta. A esa hora las personas estaban preparando el desayuno y aún no habían salido de sus casas.

Luego de media hora me encontraba frente a una cafetería, tenía mucho sin comer fuera de casa por lo que para mí era un gran privilegio. Me adentré en el lugar y pude observar que no muchas personas estaban ahí.

Cuatro chicos en una mesa del fondo, y un par de personas con ropa de trabajo y ante el espacio disponible decidí sentarme frente a la ventana. Levanté el menú y luego de unos minutos un chico —demasiado pálido a mi parecer —se paró justo en frente de mí. Cabe destacar que a mi derecha se encontraba la ventana y a mi espalda la pared, por lo que podía observar todo el lugar desde aquí.

—¿Ya decidió que ordenar? —asentí dejando el menú en la mesa.

—Quiero wafles con Nutella y fresas, jugo de naranja, panecillos de frutos rojos, café y tostadas con jalea de fresa —el chico asintió mientras terminaba de escribir en su pequeña libreta, luego procedió a caminar hasta el final del lugar donde suponía se encontraba la cocina.

Tomé mi mochila y la abrí, dejando a la vista el rollo de dinero, con cuidado saqué un par de billetes y mis ojos se agrandaron al ver que eran de a cien. Joder hay más de cinco mil aquí. Dejé el resto del dinero en la mochila y me enfoqué en la comida que recién traía mi mesero.

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