C o m p l e t a
Él era el gran Alpha de Alemania.
Ella una humana esclavizada.
Él fue libre toda su existencia.
Ella estuvo cautiva cinco años, su padre la había vendido al peor hombre que la pequeña Eider pudo conocer.
Estaba en medio de las vías...
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Alpha Ikender
•Sangre Pura•
Miraba la sangre en la copa que tenía sobre mi mano, la movía de un lado a otro en una fina danza. No dejaba de pensar en esa vampiro pelirroja, sus ojos, sus labios, tenía que volverla a ver. El hecho de que fuese muda me daba una especie de fascinación delirante. Por ahora el Rosel estaba bastante ocupado buscando a la luna de la manda Aertom, me preguntó si ella también estará en esa búsqueda.
Me puse de pié y bajé las grandes escaleras de mi castillo, en esa enorme pared del recibidor, estaba el retrato de mi amada, solo las estrellas saben cuánto la adoré, cuanto la extraño. Jamás volví a poner mis manos en otra mujer, me dediqué a ser un líder, un rey para los de mi especie. Muy dentro de mí aún ese monstruo, esa creatura de oscuridad deseaba salir, y su recuerdo era lo único que lo retenía.
—¡Daon, Daon!— le grité a uno de mis sirvientes.
—Si mi señor.
—¿Conoces a la hermana de Rosel Berger Melart?
—No mucho señor, la señorita Victoria es muy callada y reservada. Recién se mudó al Clan Of Moon— asentí con la cabeza. Necesitaba volverla a ver.
—Saldré un momento Daon, no me esperes.
—Vaya con cuidado señor— mi sirviente hizo una pequeña reverencia y desapareció a alguna parte del castillo. Iría al clan, necesitaba saber en qué residencia vivía la vampiro. Utilicé mi velocidad para llegar lo antes posible, cuando aparecí entre la multitud algunos de mis guerreros se pusieron en guardia. Noamm uno de mis fieles se acercó hasta mí.
—Lort, es un placer tenerlo aquí, ¿Pasó algo?— negué con la cabeza mirando a todos a mi alrededor, con la fina esperanza de verla.
—Estoy buscando a una de tus vampiros, su nombre es Victoria, hermana de Rosel— Noamm mostró una expresión de confusión, frunció el ceño y asintió.
—¿Lo ha molestado?, Si es así la mandaremos a arrestar de Inmediato— estaba por llamar a otro grupo del Clan.
—No, ella no me a molestado, solo quiero saber en dónde vive, me gustaría visitarla— hablé claro y lo más natural posible. Se me quedó mirando como si hubiese algo horrible en mí. Aclaré mi garganta para que despertarse de su extraña laguna.
—Claro, ella está en la cabaña de la cascada, la verdad no sale mucho de casa, los vampiros de aquí, aún no la aceptan totalmente— fruncí el ceño, ¿por qué no la aceptaban?, ¿era por su problema?
—Gracias— emprendí rumbo hacia la cabaña de la pelirroja. Era un lugar muy pequeño, pero supongo que para una sola persona era más que suficiente. Sonreí de lado al escuchar algo de música clásica dentro.
Acomodé mi saco y toqué la puerta de madera la cuál se abrió rápidamente, dejándome ver a una vampiro desalineada y sorprendida. Sus enormes ojos se abrieron de par en par. Traía puesto un enorme suéter verde que dejaba al descubierto uno de sus hombros, el cabello recogido en dos coletas como si de una niña se tratara.
—Señorita Victoria— Dije amablemente. Pronunciar su nombre, por alguna razón me causaba satisfacción.
Ella movió sus manos comunicándose por lenguaje de señas. Realmente no entendía del todo lo que quería decirme. Pero estaba de más pensar que su principal pregunta era saber qué estaba haciendo en su casa.
—¿Puedo pasar?— pregunté. Ella se mordió el labio asintiendo con la cabeza. Abrió un poco más su puerta para que yo entrase. El interior de la cabaña era cómodo y con un aire moderno. Podía notar que le gustaba demasiado el color verde y negro, puesto que, la mayoría de sus cosas se conformaban por ese tono.
Intentó decirme algo más pero la verdad no lograba entenderla del todo. Si quería hacer lo que tenía en mente debía aprender lenguaje de señas. Hizo un puchero que para mí fue de lo más tierno y se dedicó a buscar en un cajón algo. Sacó una libreta y un bolígrafo. Escribió
¿Puedo ofrecerle algo?, ¿A qué debo su visita?
Sonreí de lado, le señalé su sofá tratando de preguntar si podía tomar asiento. Ella asintió varias veces con su cabeza, se sentó frente a mí con aquella libreta descansando en su regazo.
—Bueno, seré breve, como ya sabe he estado un tanto alejado de los de mi especie, quiero retomar las viejas costumbres, asistir a eventos, juntas, que los míos sepan que pueden contar conmigo como apoyo—. Se veía un tanto desconcertada y a la vez fascinada. Pero siempre atenta a escucharme.
—Necesito una Dama de compañía, y usted es la candidata perfecta, ¿aceptaría serlo?— por un minuto se mantuvo inmóvil, sin mover ni un solo músculo, estaba digiriendo la noticia. Pronto su frente se arrugó y me pareció ver una mirada triste, vacía tal cual pozo sin agua.
Hizo un movimiento como si suspirará tomó el bolígrafo y empezó a escribir.
¿Por qué yo?
Tardó en delinear esas palabras, era como si en el fondo, le hubiese dolido plasmar cada letra.
—Si te soy sincero, y te hablo así porque me parece incoherente no hacerlo, no hay otra mujer que quiera cerca de mí más que tú, tienes un aura de misterio, que me hace querer tenerte cerca, respirar tu aroma, sentirte y sobre todo conocerte. Quiero que seas mi dama de compañía por un tiempo, si después de ello te sientes incómoda, podrás desocupar el cargo, ¿qué dices?— solté directamente y tranquilo. Aunque la verdad era otra, si se negaba no la dejaría en paz, estaba decidido a tenerla a mi lado, ansiaba probarla, beber de ella.
Bajó la cabeza pensando un instante, después la levantó y asintió con la cabeza.
Sonreí triunfante. Siempre consigo lo que quiero.
~*~
Me sentía cansada, cada parte de mi dolía, no podía moverme mucho, las heridas de mi espalda palpitaban, sabía que tenía cortadas y eso dejaría marca. Ya había pasado una semana, Ikender no me buscaría, obtuvo lo que quiso, confíe en él, confíe en Rosel, incluso en aquella pequeña luz de esperanza por ser feliz. Pero no podía darme por vencida, no me dejaría morir aquí, saldría, y buscaría mi verdadero destino. Era tanto el odio.
Rixton entraba a la habitación una vez al día, me dejaba suficiente comida y agua para sobrevivir. Solo abría la cadena para que pudiese ir al baño, darme una corta ducha y regresar. No había espejos, de hecho ningún objeto del cual pudiese adueñarme para hacerle daño. Cuando no estaba golpeándome me drogaba para mantenerme dormida. Los últimos dos días fingí tomarme la pastilla y actuar de esa forma.
Las personas en las que confíe me engañaron. Era momento de intercambiar papeles.
Hola Lunitas, aquí les dejo un capítulo corto. Cómo estoy actualizando seguido, quería pedirles que vayan a mi nueva historia “Mirada de amor” y me apoyen a darle una oportunidad. Gracias por leer!