“No, no fallaste, no fallaste como hija, como hermana, como madre, como tía, como alumna o persona. No existe la perfección en un mundo cristalizado por errores. Eres única, eres poderosa, eres mujer, y eso, ya es una maravilla”
—Limberem.
Alpha Ikender
•Reconciliación•
Llegué lo más rápido que pude a la cabaña, olía a vampiro y lobo, entre otras sustancias que de imaginarlo es desagradable. Seguramente Jonathan y Alan la habían usado. Eran la única pareja de sus especies en la manada de Christopher.
Abrí la puerta de una patada.
“¡Te dieron llaves Animal!”
Rodé los ojos..*No es el momento para joder Hagret, y aquí el animal eres tú*
Coloqué a Eider sobre la cama, su respiración lenta y pausada sincronizaba a perfección con los latidos de mi hijo. Podía oler el gen en su sangre, la rapidez con la que se estaba formando. Su vientre estaba levemente abultado y en un par de semanas más, lo estaría el doble. Cierro mis ojos pensando en sus recuerdos. Ese malnacido, deseaba haber podido matarlo con mis propias garras. Agradecía a la luna que el bebé fuese mío, no quería pensar en la sola idea de que mi pequeña sufriera con una noticia como esa. Pero ella era humana, y eso me tenía bastante preocupado, una niña cargando a un lobo con sangre de Alpha.
“¿Y porqué no pensaste eso cuando la estabas follando?”
*Durante un mes no me hablaste, ni siquiera me dejaste convertirme en lobo, y ahora que lo haces, solo dices estupideces*
Corto la comunicación con mi lobo interior, tenía que concentrarme en ella solamente. Por la ventana se podía ver cómo una tormenta de nieve estaba cerca, ahora tenía una escusa para permanecer aquí dentro hasta que decidiera perdonarme. Inspeccioné la cabaña, aún no entendía porque el refrigerador estaba lleno de fresas, crema batida y chocolate, entre otras cosas básicas. Salí rápidamente metiendo la leña que empezaba a humedecerse en un contenedor detrás de la estancia. Prendí la chimenea cerrando cualquier entrada de viento.
—Sigues muy helada— susurré acariciándole la mejilla a mi mate.
Abrí el clóset de la habitación, tenía varias cosas de uso personal. Cogí un empaque, este contenía algunas pijamas, todas de hombre y de una talla algo grande.
—Deben ser de Christopher— Sonreí de lado. Le debía una disculpa a la Luna suprema, tiempo atrás, después de esa batalla, aseguré la debilidad de los humanos como mates. Y hoy más que nada comprendía que los humanos no eran débiles. Al contrario, mi pequeña me había echo entender su fortaleza.
Entré al baño llenando la tina con agua caliente, mientras está estaba lista regresé a la cama por la pelinegra.
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ALPHA IKENDER +21©
Loup-garouC o m p l e t a Él era el gran Alpha de Alemania. Ella una humana esclavizada. Él fue libre toda su existencia. Ella estuvo cautiva cinco años, su padre la había vendido al peor hombre que la pequeña Eider pudo conocer. Estaba en medio de las vías...