Capítulo 8

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Alpha Ikender.

Ataque.

(Nota; la respuesta de quién es el pajarito, está en el final del libro Mi Luna. En el epilogo y capítulo extra. Allí sabrán quién es este personaje)


...

El viento embistió con fuerza los alrededores creando fuertes remolinos de viento. Me quedé paralizada, no podía respirar. Tres hombres de gran altura y cabellos inexistentes habían salido del bosque. Sentí mi estómago revolverse al ver cómo la sangre les escurría de la boca.

—Espero estén listos para morir.
Este es mi territorio. ¡¿Qué mierda hacen aquí?!—  Los ojos de Ikender se volvieron amarillos. Dos de los hombres giraron su atención a él, mientras que uno de ellos seguía viéndome con intensidad. Cómo si fuese una presa.

—Hambre— Mencionó uno de ellos, su voz me causo escalofríos. Grité en cuanto dos de ellos impactaron con Ikender. Aquel que tenía su atención en mí sentí que estaba a punto de tomarme entre sus brazos. En un parpadear fui empujada levemente hacia atrás, mi pecho subía y bajaba. El hombre pelirrojo de la mansión estaba aquí, no lucía igual, su tes aún más pálida, las venas azules se le marcaban en el cuello.

—Nómadas imbéciles. Ustedes son una odiosa plaga. Y yo amo deshacerme de plagas— Me impulsé hacia atrás. No podía creerlo, no podía asimilarlo.

—No es verdad—. El aire apenas entraba en mis pulmones, lo que mis ojos observaban no podía ser cierto, no podía. Era un monstruo, una bestia, medía más de un metro de altura, su pelaje de un color gris oscuro, casi negro. Sus ojos, esos ojos capaces de matarme con su sola mirada estaban ahí, repasándome una y otra vez, esperando mi reacción. De una u otra forma quería poder tener la capacidad de hablar, de entender.

Pero simplemente las palabras no llegaban a mí, ahora entendía tantas cosas. El como su velocidad no era como ningún otro humano, y es porque, no era un humano. Ninguno de los dos. Vi como el cuerpo del hombre que me salvó se destrozó convirtiéndose en un lobo gigante. Temí enormemente ante Rosel, quién lucía aterrador, sus ojos completamente negros. Haciendo añicos la carne de ese ser.

Lágrimas, sentí mis mejillas húmedas. El cuerpo destrozado del ser que intentó atacarme cayó al suelo convirtiéndose en un líquido negro. Rosel se giró hacía las dos creaturas que intentaban lastimar a Ikender. Un aullido se escuchó, mi cuerpo tembló. El pelirrojo se acercó levantándome en sus brazos.

—Te sacaré de aquí tesoro— Cerré mis ojos sintiendo el fuerte viento en la cara, el mundo se movió y al abrirlos ya nos encontrábamos cerca de la mansión.


— ¡No! Tienes que ayudarlo— Pedí sin razonar lo que había presenciado. Rosel colocó sus manos en la cintura negando.

—Tu Lobo estará bien. Ahora debo asegurarme de que no estés en shock, tengas algún tipo de trauma. ¡Esas cosas generan estrés!
El estrés mata humanos— Alardeó tocando su mentón con un dedo de forma pensativa.

—¿Qué eres?— Mi voz se quebró un poco.

—Como ya lo sabes, mi nombre es Rosel, alguna vez fui como tú, tenía un corazón que latía y acné— relinchó tal cual caballo. —Entonces era un simple plebeyo, hasta que un noble caballero de la oscuridad me convirtió en sombra de su descendencia. Debo decir que después de odiarlo durante años, mi piel nunca estuvo más suave.
Ni una arruga— tapé mi boca con mis manos girando hacia un lado. No lo soporte más y vomité.

ALPHA IKENDER +21©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora