Temblorosa marqué su número y le llamé. Era cierto que me había llamado varias veces, ¿habría pasado algo malo? En ese momento me sentí mal, muy mal. A él quizás le había pasado algo y yo me había acostado con otro.
El corazón se me iba a salir por la boca cuando veía que era el tercer tono y él no lo cogía.
Antes del cuarto cogió la llamada.
— ¿Se puede saber por qué diablos no me cogías el teléfono? —Preguntó enfadado.
Y si antes estaba preocupada, ahora ese sentimiento había cambiado a un cabreo monumental. Tyler tenía ese don de cambiar mi humor en tan solo un segundo. Chocábamos tanto que era difícil comprender por qué nos deseábamos.
—Deja ese put* humor de perros que tienes siempre, estaba ocupada.
— ¿Ocupada? Eso no implica que no atiendas el put* teléfono. —Empezó a elevar el tono de la voz.
—Pues estaba ocupada, jod*r. —Elevé yo también el tono de voz. —No me llevo todo el santo día al teléfono como tú, tengo una vida.
— ¿Se puede saber qué demonios estabas haciendo?
—Nada. —Me apresuré a decir rápidamente.
— ¿Nada? ¿Y por nada no me coges el teléfono?
— ¿Qué querías, Tyler? —Pregunté intentando cambiar de tema, pero me parecía que iba estar difícil.
—Estabas con él, ¿no?
Me estaba cansando un poco esta conversación porque él no tenía un buen tono conmigo, y digamos que yo perdía los nervios fácilmente con él.
—Sí, Tyler, sí. Estaba con él. —Afirmé. —No tengo por qué ocultar nada.
— ¿Haciendo qué? —Preguntó mientras gruñía.
—Tyler, limítate a decirme qué querías, porque no estoy entendiendo la gravedad del asunto y el por qué de tu fantástico humor. ¿Aunque sabes? Empiezo a acostumbrarme a verte enfadado.
— ¡Maldita sea, Julia, no me enfades más! —Gritó desde el otro lado del teléfono.
— ¡Vamos a ver, gilipollas, o te calmas o cuelgo! —Grité ahora yo.
— ¡Vete a la mierda! —Gritó y colgó.
Pero bueno, ¿qué? Me quedé mirando el teléfono durante un buen rato con la boca bien abierta. ¿Me ha colgado?
Entonces recibí una llamada suya, la cogí enfadada, muy muy enfadada.
— ¡Gilipollas! —Grité ahora yo.
—Lo siento, Jul, perdí los nervios. —Se disculpó de ahora una manera muy tranquila.
Yo, sin embargo, no podía tranquilizarme tan rápidamente. ¿Qué se había creído? No podía hablarme de esa manera cuando le diese la real gana.
—Eres un gilipollas.
—Lo soy. —Dijo calmadamente.
—No tienes ningún derecho a hablarme de esa manera. —Dije de mala manera, pero luego entendí que también yo tenía que tranquilizarme.
—Lo siento, Jul.
—Está bien, ¿qué querías?
—Te he llamado muchas veces porque realmente era urgent..
—No me asustes. —Le interrumpí antes de que terminase de decir esa palabra.
—Julia, escucha, no es nada grave. Solo urgente.
ESTÁS LEYENDO
Búscame
RomanceJulia Thompson vuelve al pueblo del que nació, evitando todos aquellos problemas que la atormentaban. Restauró la antigua casa de su familia, a las afueras del pueblo, y buscó empleo entre la localidad. Adaptarse allí era la mejor manera de olvidars...