Capítulo 23

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El trabajo iba recogiendo sus recompensas y Sarah cada día estaba de mejor buen humor. Ya tenía casi todo listo y quedaban pocas escenas del anuncio televisivo que sacarían en Australia sobre el perfume Blue en su versión masculina y femenina.

Llevábamos casi un mes aquí, y pese a que habíamos trabajado mucho, también había disfrutado de escapadas con Tyler. Nos veíamos todos los días, y cuando ambos teníamos que trabajar, él me hacía una pequeña visita a la habitación por las noches que se acababa alargando y acabábamos durmiendo juntos.

Por suerte, nadie se había enterado aún, y es que lo escondíamos bastante bien, sobre todo por los socios de Tyler. A fin de cuentas, esta noticia podría usarse en contra de él y de su empresa.

Respetaba ese silencio sin quejas ya que Tyler se había parado cada día en demostrarme que yo era importante para él, una buena amiga.

Esa noche había quedado con Tyler para ir a un restaurante de esos caros a los que yo no podría permitirme ni prostituyéndome. Él se había empeñado en que ese sitio era perfecto, yo me había negado porque no podría pagar ni los roscos, pero es tan cabezota que decía que lo pagaría todo él. Para colmo me había comprado un vestido carísimo para que lo llevase esa noche. 

A decir verdad, ese vestido era precioso pero jamás compraría algo tan caro. ¿Cómo podría tener Tyler tanto dinero?

Cuando me coloqué el vestido me terminé de maquillar y peinar. La verdad es que no iba nada mal, pero lo seguía viendo como un derroche.

Tyler me esperaría fuera del hotel, porque con mi vestido ya no podríamos decir que íbamos a trabajar, obviamente.

Salí del hotel y lo vi guapísimo, como siempre, con un traje de chaqueta que para mí impresión tenía que costar una tonelada de dólares.

— ¿Por qué siempre vas tan preciosa que me haces sentir mal? —Besó mis labios dulcemente y sonrió. —Nunca puedo estar a tu altura, pequeña.

—Ya me puse maquillaje, Ty, no hace falta que me sonrojes más. —Espeté y le miré de mala manera, pero instantáneamente reí y agarré su mano. Era tan tierno que era él quien me hacía sentir mal.

Abrió la puerta de mi asiento y rápidamente fue hacia el suyo. Durante el trayecto estuvimos charlando sobre mi familia. Le estuve contando que antes de la salida había llamado a mis padres, como todos los días, para informarles cómo me iba.

—Se nota que se preocupan por ti. —Dijo con una sonrisa y yo asentí. Mis padres siempre me llamaban cada día desde que me independicé y me fui a vivir a París.

—Nunca me hablaste de tus padres. —Dije y sentí como Tyler se ponía rígido.

—La verdad es que nunca hablé de mis padres a nadie.

— ¿Cómo? ¿Ni a Amanda? —Pregunté muy sorprendida y él negó.

—No es fácil Jul...—Suspiró y entendí que era mejor dejar el tema. Si él quería hablarme sobre sus padres ya lo haría.

—Bueno, ¿y qué hay de ese restaurante tan caro al que quieres llevarme? —Cambié de tema rápidamente. —Sabes que prefiero el McDonald's—Saqué la lengua y él me miró divertido cuando paró el coche en un semáforo en rojo.

—Te prometo que pronto te contaré todo sobre mí.

—No hay prisas, cariño. —Dije y el brillo en sus ojos apareció.

—Es la primera vez que me llamas cariño.

—No será la última.

—Eres tan especial, Jul...—Susurró y acaricié su mano la cual se encontraba en ese momento en la palanca de las marchas del vehículo.

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