Habían pasado algunos días desde aquel tormentoso encuentro en Nueva York. Cuando todo terminó, un Tyler silencioso y pensativo me trajo en coche hacia mi casa. En la hora de la despedida, él lo hizo de lo más formal, dándome a entender que era un adiós. Tampoco me comporté como una inmadura y aceptándolo me bajé del coche para no verlo más.
Ahora me encontraba viajando a California de manera urgente, ya que había recibido una llamada de mi madre llorando, en la que me decía que mi padre había sufrido un infarto. Tras varios minutos de completo shock, pude reaccionar y lo primero que hice fue sin duda comprar por internet un billete a California. Me pasé horas llorando mientras preparaba la maleta, o mientras dejaba la casa cerrada. El camino al aeropuerto fue incluso peor. Me encontraba muy mal pensando que mi padre se debatía entre la vida y la muerte.
Llamé a Matt antes de coger el avión, le expliqué lo sucedido y este muy asustado me dijo que se lo diría a Sarah, y que en cuanto pudiesen tomarían un vuelo hacia California. Algo en lo que me negué, porque no era necesario. Sólo quería que ellos supiesen que me había ido, porque al fin y al cabo eran mi única familia allí.
El vuelo, como comprenderán, se me hizo eterno. Los minutos parecían horas, y mi desesperación crecía a medida que notaba que nada avanzaba.
Cuando llegué a California, un Tom cabizbajo me recogió en el aeropuerto.
—Están todos en el hospital.
Asentí ante aquella afirmación montándome en el coche de Tom. Este condujo tranquilo, pero tampoco despacio. Se notaba que estaba más calmado que yo.
—Ha sido todo de repente. —Dijo. —Los médicos dicen que no entienden que ha pasado.
Él hablaba, pero yo miraba por la ventana intentando reprimir mis nervios.
—Tiene una salud de hierro Julia, no se sabe por qué ha pasado esto.
—Eso no me consuela. —Dije, al fin. Él me miró y asintió. — ¿Cuál es su estado?
—Está grave. —Tragó saliva. —Conectado a máquinas que respiran por él, sedado. El infarto le ha dejado muy débil y no se sabe si saldrá de esta.
"No se sabe si saldrá de esta".
Cerré mis ojos ante aquello. Los cerré con fuerzas pero eso no impidió que las lágrimas saliesen de mis ojos. Tenía, además, un dolor fuerte en el pecho. Llevé una de mis manos a mi cabello y me lo retiré de la cara. Miré por la ventanilla, sorbí mis mocos y saqué un pañuelo para limpiarme los ojos.
—Seguro que se recupera. —Intentaba animarme Tom mientras conducía. —Sólo tenemos que rezar.
Reprimí un ahogado grito de angustia, llevé una de mis manos a mi boca y exploté. Dejé que todas y cada una de mis lágrimas cayesen, desahogándome. Tom abandonó la autopista y se metió en una zona de servicios. Cuando paró el coche, me abrazó con fuerzas y dejó que llorase por un buen tiempo en su hombro.
—Tom he sido muy mala hija, siempre me he ido fuera cuando he encontrado la posibilidad. Mis padres me pedían que me quedase en California y tuve que hacerlo, tuve que estar con ellos. —Decía mientras lloraba.
—No, Julia, no. Todos tenemos derecho a independizarnos, no podemos quedarnos eternamente con ellos. Las cosas pasan porque tienen que pasar y nadie tiene aquí la culpa.
—Si se muere no me lo perdonaré...
—No va a morir. —Intentó tranquilizarme Tom.
Le abracé con fuerzas de nuevo. No podía creer esto, era mi padre, el bueno de mi padre. Mi padre siempre me trató como una princesa. Él me decía que era su ratoncita, su pequeña y perfecta ratoncita, ya que nunca me estaba quieta y era muy pequeña. En unas navidades me regaló un disfraz de Minie Mouse y me pintó la nariz y algunos bigotes. Recuerdo que nos hicimos una foto, apenas tenía 4 años, y se la llevó al trabajo. Aún debe tenerla allí.
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Búscame
RomanceJulia Thompson vuelve al pueblo del que nació, evitando todos aquellos problemas que la atormentaban. Restauró la antigua casa de su familia, a las afueras del pueblo, y buscó empleo entre la localidad. Adaptarse allí era la mejor manera de olvidars...